06 mayo 2007

Génesis de una pasión

Un día de verano de 1999, mienteas paseaba por Santiago de Compostela durante las horas libres que cada mediodía me dejaba un curso en la Universidad, escuché una canción que me conmovió. Tanto me conmovió que sólo pude recordar que habalba sobre unos pájaros.

Una semana después, emprendimos junto a Anna López Ocampo -encantadora catalana compañera en el curso en Santiago- un viaje en auto hasta Barcelona, viaje que para ella era un retorno a casa y para mí, algo así como una aventura. Entre muchas otras cosas, esa travesía cruzando España me dejó al menos dos respuestas. Surcando a medianoche las inverosímiles planicies de Valladolid comprendí –con más nitidez que nunca- el porqué de ‘Galicia meiga’. Atravesando las doradas extensiones zaragozanas pude volver a escuchar la canción sobre los pájaros:

- Annita, el otro día entré en un negocio y estaban pasando en la radio una canción que me encantó. No sé quién la canta ni sé cómo se llama... Habla de unos pájaros...

- ¿De unos pájaros?

- Sí, che, de unos pájaros...

- A ver, niña, coge de allí esa cinta y ponla del lado A.

A partir de aquella noche, me sumergí en la obra de un artista monumental como lo es Manolo García. Tres días después, mientras esperaba abordar el vuelo que me llevaría de regreso a Compostela, compré en el aeropuerto de Barcelona Arena en los bolsillos. Desde esa noche sin mapas, remos ni guitarras, “Pájaros de barro” se transformó en una suerte de talismán: de un modo u otro, cada viaje que emprendo tiene que tener esa música de fondo. Los discos solistas que vendrían y los clásicos de El último de la fila que de a poco descubrí fueron confirmando en mí las sensaciones de aquella tarde en Santiago.

Aunque resulte sorprendente, en Buenos Aires, Manolo García es invisible. En esta ciudad que se rinde a los pies de Serrat, Sabina o Serrano, Manolo García es un desconocido. Entre los difusos proyectos que tengo, uno era –hasta hace tres días- el de planificar mi próximo viaje a España para que coincidiera con alguna gira de García. Y digo ‘era’ porque ocurrió lo inimaginable: Manolo García dio un recital en Buenos Aires. Descontando a los agentes de prensa, productores, empleados de discográficas y amigos, seríamos unas cien personas que pagamos nuestra entrada. Nos reconocíamos por la expresión que tienen aquellos que saben que están recibiendo un regalo inesperado. Dos horas cuarenta de poesía y de música, dos horas cuarenta en un instante de perfecta felicidad, escasa –para mí- en los últimos dos años. La condensación entre ritmo, intensidad y un manejo de la palabra a la altura de los mejores poetas en lengua castellana son las huellas de esa noche que vivimos escuchando a este artista oculto.

ND/Ateneo - 3 de mayo de 2007 - Buenos Aires

Literalmente, "la última de la fila", los brazos que aplauden a la izquierda del muchacho de naranja son los míos.

A mi lado, los de mi amiga Daniela, otra fascinada por García y su música.

Sinécdoque que revela nuestro incontenible entusiasmo.


"Pájaros de barro"

Por si el tiempo me arrastra
a playas desiertas,
hoy cierro yo el libro
de las horas muertas.
Hago pájaros de barro.
Hago pájaros de barro y los echo a volar.

Por si el tiempo me arrastra
a playas desiertas,
hoy rechazo la bajeza
del abandono y la pena.
Ni una página en blanco más.
Siento el asombro de un transeúnte solitario.

En los mapas me pierdo.
Por sus hojas navego.
Ahora sopla el viento,
cuando el mar quedó lejos hace tiempo.

Ya no subo la cuesta
que me lleva a tu casa.
Ya no duerme mi perro junto a tu candela.

En los vértices del tiempo anidan los sentimientos.
Hoy son pájaros de barro que quieren volar.

En los valles me pierdo,
en las carreteras duermo.
Ahora sopla el viento.
Cuando el mar quedó lejos hace tiempo.
Cuando no tengo barca, remos ni guitarra.
Cuando ya no canta el ruiseñor de la mañana.

Ahora sopla el viento.
Cuando el mar quedó lejos hace tiempo.
En los valles me pierdo,
en las carreteras duermo.

Esta es mi torpe manera de decir gracias.


2 comentarios:

Ra dijo...

Ohh, me ha encantado, Andrea!
Las meigas siempre saben tejer los hilos de la mejor de las maneras. Las letras de Manolo son poliédricas, embrujan, igualmente las de Quimi Portet.
Que gusto que también haya quien le sigue por allá. Un abrazo

Anónimo dijo...

Que Honor y que placer compartir un momento tan perfecto con vos amiga!!
Inmejorable... Emocionante...
Manolo desplegó su brillo en este show totalmente inesperado para nosotras, que tan lejos estamos de tenerlo en nuestro país.
Cualquier palabra maravillosa queda pequeña ante tamaño MAESTRO.