con dos ojos vencidos de miseria y memoria.
Te encuentro y te acompaño
de negro y oro por caminos ajenos.
Me está dado mirarte con amor
en la ausencia:
déjate amar en tu rincón, en tu quietud
de muérdago silvestre.
En mis tierras germina lo imposible:
tú tienes para mí un país de reposo.
Yo respiro si quieren, si me dejan:
tú tienes para mí una bebida que ignoras.
Te encuentro y te acompaño
de negro y oro por caminos ajenos.
Soy dos ojos brillantes,
de miedo de no verte, ya ciegos.
Susana Thénon La morada imposible I
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