21 diciembre 2007

La felicidad

"En todo está siempre la voluntad, casi la obsesión, que pone en práctica con una lucidez y un encarnizamiento asombrosos, de comprobar la sospecha de que toda felicidad se erige alrededor de un núcleo de dolor intolerable, una llaga que la felicidad quizás olvide, eclipse o embellezca hasta volverla irreconocible pero que jamás conseguirá borrar -no, al menos, a los ojos de los que, como él, no se engañan, no se dejan engañar, y saben bien de qué subsuelo sangrante procede esa belleza."
Alan Pauls Historia del llanto

16 diciembre 2007

S&S

Recital de Serrat y Sabina, Buenos Aires, 14 de diciembre, cancha de Boca.


No nos podemos quejar: no llovió, estábamos en primera fila, el recital duró tres horas, todo estuvo impecable.


Aquí, con mi amiga Daniela, infatigable compañera de recitales a los que casi nadie quiere ir :-))



Vayan 15 segundos de Lucía:

10 diciembre 2007

¿Por qué te callaste?

Interesante contratapa de la Revista Barcelona:

Argentina, 1978, Reyes de España con el dictador de turno, Jorge Rafael Videla

No es un ataque al rey, no es una defensa a Chávez: es tan solo un documento histórico.

05 diciembre 2007

Vivamos como galegos



Me gustó mucho este video. Sobre todo la parte del "bueno" que me trajo a la memoria el diálogo que invariablemente entablo con mi tía María del Carmen cada vez que llamo a Galicia:
-¿Cómo anda todo por ahí?
-Bueno...
- Pero qué pasó...
-Nada, miña filliña, nada...

PD) iso, sí: endexamais volverei comer no mundo tortilla coma a da miña nai.

27 noviembre 2007

20 noviembre 2007

Los gallegos x Arlt

"Galicia emociona como un dulcísimo llanto. Su paisaje es tan puro, que el corazón se arremansa en él. Su montaña no es brutal, sino idílica. Y yo sé cómo, los seres humanos que han nacido en la montaña, aman a la montaña. Es el amor de toda su vida. Yo sé que aquí el trabajo es rudo, más rudo que en ninguna otra parte de España; pero sé también que el ojo del varón o de la mujer, que han bebido el paisaje de montaña, lo llevan tan esculpido dentro del corazón, que todas las lágrimas que en la soledad vertieron en un momento en Buenos Aires los ojos gallegos, tienen algo de la misma substancia que las aguas de estos ríos, el Sil, el Cabrera y el Miño. Y aunque quiero deshacerme del recuerdo de los gallegos de Buenos Aires, no puedo. Sé hasta qué profundidad tienen metido el amor de su Galicia, en los tuétanos, y el paisaje, hermoso, en vez de serme agradable, se traduce en emoción, me siento gallego, pero no gallego en España sino en Buenos Aires, dependiente de almacén, peoncito de panadería, o gran señor comerciante, que para todos es lo mismo."

Roberto Arlt "Recuerdo a los gallegos de Buenos Aires" en Aguafuertes gallegas (1935)

09 noviembre 2007

No sin asombro, esta mañana me descubrí formando parte de un meme que circula hace unos días en la red por iniciativa de Beliscos pequenos. Superada la sorpresa inicial (y asumida la realidad de que es hora de cambiar la foto de mi perfil) me dije: “Quiero contribuir con esa caprichosa cadena”. Así, escudándome en la generalizada invitación que –con la gentileza de siempre- lanza Torre de Babel, me dispongo a hacer yo también mi lista de 8 cosas. Quedan invitados a sumarse.


8 textos latinoamericanos que me partieron la cabeza:


1) Facundo de Domingo Faustino Sarmiento (1845): Parafraseando a David Viñas, la literatura argentina nace con el rosismo. No hay mejor ejemplo que el Facundo para darle cuerpo a esa afirmación. El texto de Sarmiento -escrito durante su exilio chileno, pensado como instrumento contra la dictadura de Juan Manuel de Rosas- retoma una dicotomía de larga tradición que, desde ese momento, va a partir como una cuchillada a la cultura argentina: civilización/barbarie. No está de más recordar aquella interpelación formulada por Borges: qué habría sido de los argentinos si en lugar de hacer del Martín Fierro nuestra biblia hubiéramos seguido la tradición sarmientina. “¿Quién de nosotros escribirá el Facundo?” interroga Ricardo Piglia desde las páginas de su novela Respiración artificial publicada en 1980 en plena dictadura. No es casual, claro, que muy cerca incluya esa provocación que ya forma parte de nuestra historia literaria: Borges fue el último escritor argentino del siglo XIX.

2) Una excursión a los indios ranqueles de Lucio V. Mansilla (1872): 1872: preside nuestro país Domingo Faustino Sarmiento. Mansilla -sobrino sanguíneo de Juan Manuel de Rosas y principal propulsor de la candidatura presidencial de Sarmiento- en lugar del ansiado y prometido Ministerio de Guerra recibe por su apoyo una subcomandancia en la frontera con el indio. Sí, totalmente de acuerdo: éramos pocos y el “entre nos” funcionaba a la perfección. Como imaginarán, se avecina el desastre. Mansilla se corta solo y decide hacerles una visita a los indios ranqueles que habitan “tierra adentro”. El texto de ese viaje –al menos el texto literario, porque hay otro –militar- en el que Mansilla cuenta una historia muy distinta- se publica por entregas en la prensa nacional. Inolvidable escena en la que Mansilla sueña a Sarmiento, a estas alturas el padre indiscutible de la civilización, disfrazado de indio, o aquella otra en que los ranqueles saludan al Presidente recordándole que son argentinos. Ranqueles es, junto con la primera parte del Martín Fierro de José Hernández, un texto escrito contra Sarmiento. Es la puesta en tensión de las ideas de civilización y barbarie, es un desafío que Sarmiento perdona (no tendrá igual suerte Hernández), es un texto exquisito y, creo, injustamente olvidado. No se mueran sin leer Ranqueles.

3) Pot-pourri de Eugenio Cambaceres (1881): Primera novela argentina, Pot-pourri es sorprendente y lo es porque rompe con todo lo que un lector promedio podría esperar hacia 1880. Cambaceres es un exponente indiscutible de “la generación del 80”, esa que cultivó un naturalismo xenófobo a la medida de las urgencias de la élite nacional. Sus tres novelas posteriores, publicadas entre 1884 y 1887, lo filian con esa vertiente de la literatura nacional pero Pot-pourri lo salva de ser uno más –sin duda el mejor- de su generación. Junto con Juvenilia de Miguel Cané, Pot-pourri es el best seller indiscutido de esos años: vende algo más de 1100 ejemplares (a no confundirse: el “Harry Potter” nacional del XIX fue el Martín Fierro con más de 60.000 copias en unos pocos años –a esto hay que sumarle su difusión oral: todavía pueden encontrarse en el interior del país gauchos aggiornados que recitan sus Cantos de memoria-). En Pot-pourri se exhiben todas las lacras pero –he aquí la gran diferencia- no son los inmigrantes quienes llevan en la sangre el estigma de la inmoralidad, la pulsión por el engaño: la mirada de Cambaceres –durante años Diputado Nacional- recae sobre su propia clase (no en vano esta novela circuló en su primera edición como un texto anónimo): “El oropel también relumbra” puede leerse en las páginas de Pot-pourri.

4) Ficciones de Jorge Luis Borges (1944): sin duda es el libro que más veces leí. Durante mucho tiempo tuve la cábala de viajar siempre con una edición de Ficciones que regalé hace unos años en una visita a Barcelona. “Qué te llevarías a una isla desierta” me preguntaron una vez. “El tomo 1 de las Obras Completas de Borges” respondí renunciando en ese acto al título de reina del carnaval. La mía con Borges es una historia de desencuentros. La primera vez que lo leí, lo odié (con 14 años, Historia universal de la infamia es un huesito duro de roer). Tardé mucho en volver a intentarlo. Ya andaba por los 20 cuando una tarde de verano -mientras tomaba unos mates en el patio de nuestra casita en San Bernardo luego de una jornada de playa- se me dio por leer Ficciones (era insostenible que una estudiante argentina del segundo año de Letras siguiera ignorando a Borges). El deslumbramiento que me produjo “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius” fue superado por la conmoción de esa pregunta incontestable que encierra “La biblioteca de Babel”: “Tú, que me lees, ¿estás seguro de entender mi lenguaje?”. Como afirma Sylvia Molloy en el que quizá sea el mejor estudio crítico sobre Borges: “Se escribe y se lee el texto borgeano en la inseguridad, en el filo donde se conjuga y a la vez se disgrega el lenguaje.”

5) Pedro Páramo de Juan Rulfo (1955): Fabulosa historia de amor, esta novela signada por murmullos y fantasmas me demostró que hay muchos modos de narrar la violencia. Cuando daba literatura latinoamericana en quinto año del secundario, incluí un par de veces la novela de Rulfo: la reacción de los chicos frente a un texto inasible y que se les resistía valía el esfuerzo. Me acuerdo de la mañana en que una de las mejores alumnas del curso me esperó en la puerta del aula y me dijo bajito, con un extraño brillo en los ojos: “No me diga que están todos muertos…” Me gusta imaginar que aquel diálogo entre sombras resuena todavía en algún sitio.

6) En la masmédula de Oliverio Girondo (1956): En 1995, Adolfo Bioy Casares dio una conferencia en la Facultad de Filosofía y Letras. Entre las múltiples preguntas –que casi invariablemente tuvieron como eje su relación con Borges- una indagó en el rechazo que ambos manifestaron por la obra de Girondo. La respuesta de Bioy fue contundente: “Si tuviéramos algunos ejemplares de la poesía completa de Girondo y los repartiéramos entre el público, ustedes se podrían dar cuenta por sí mismos.” Yo, que asistí cholula al encuentro, cursaba el CBC y no tenía ni idea de quién era Girondo. Un año después, ya en la carrera -y en el marco de la materia “Teoría y análisis literario”- tuvimos En la masmédula como objeto de análisis. Yo que por esa época bien podría haber definido mi idea de poesía cantando con Darío “y muy siglo XVIII y muy antigua” quedé desahuciada –esa es la palabra- frente a los poemas de Girondo. Primero, no podía concebir que eso fuera poesía; segundo, no podía imaginar que fuera posible extraer algún sentido de un verso como “ah la piel cal de luna de tu trascielo mío que me levitabisma”; tercero, frente a tal panorama, me las veía muy negras para aprobar Teoría... Pasaron los años, se sumaron lecturas y Girondo se convirtió en una referencia a la que siempre vuelvo. Uno de los mejores regalos que me brindó internet fue escuchar una madrugada de invierno la profunda voz de Oliverio recitando “El pentotal a qué”.

7) Cien años de soledad de Gabriel García Márquez (1967): La historia es breve: me negaba a leer esta novela y leía frenéticamente cuanto texto de García Márquez se me presentara sólo para confirmar el desagrado que su lectura me producía. Un día se me acabaron los argumentos: leí Cien años de soledad. No puedo agregar nada más. Sólo que ya nos van sobrando los epígonos.

8) Estrella distante de Roberto Bolaño (1996): Ni Los detectives salvajes ni 2666: yo me quedo con Estrella distante, pequeña y perfecta obra maestra: todo el universo Bolaño se condensa en sus 120 páginas. Cuando en 1997, Celina Manzoni incluyó en el programa de Literatura latinoamericana II esa novela, nadie, en ningún lugar, leía a Bolaño. Tuve la suerte de cursar esa materia. Tengo la suerte de que Celina –una de las lectoras más inteligentes de Bolaño- dirija mi tesis doctoral. Todavía me acuerdo de la tarde en la que, haciendo tiempo para ir al teórico de Latinoamericana, me entretuve en la Biblioteca de Filo leyendo Estrella distante como para “adelantar trabajo”. No me pregunten qué pasó después, sólo recuerdo que no pude parar de leer, que fui al teórico y no cerré el libro, seguí leyendo y leyendo, sigo y sigo leyendo a Bolaño. Y así será. Hay placeres de los que no conviene privarse.

01 noviembre 2007

Un año

El año pasado les presenté a mi ahijada Sol. Hoy quiero que vean lo linda que está:


Es simpática, pícara y dulce.
Y ocupa un pedacito de mi corazón.

27 octubre 2007

Reescritura

Bajó por el callejón
en donde estaba él
después vomitó ese ron
manchando la pared.
El sol le caía bien
entrando en la avenida
su vida no era más su vida
pero eso estaba okey.

La veo cruzar
cruzando un bosque
la veo alejándose de mí.

Sus tetas y sus dos hermanas
tomaban un café
me acuerdo de la mañana
en que me mostró su piel
estábamos en un bar
y se cortó la cara
vibraba como en un nirvana
luego se echó a correr.

La veo cruzar
cruzando un bosque
la veo alejándose de mí.

Pasábamos todo el día
tirados en la cama
el tiempo maldita daga
lamiéndonos los pies
brillaba
era una perla
y nunca hacía nada.
Después dijo que me amaba
y se hundió la gillete.

Sangró, sangró, sangró
y se reía como loca.
No he visto luz
ni fuerza viva
tan poderosa
de todas ellas
ella fue mi frase más
hermosa

todo su cuerpo con espinas
y a mí me siguen las
moscas.

Fito Páez "Polaroid de locura ordinaria"
Canción inspirada en el cuento "La chica más guapa de la ciudad" de Charles Bukowski



Con música es mucho mejor: Versión 1: carece de la calidad de sonido que más agrada a nuestros oídos, de acuerdo, pero tiene toda la fuerza de Fito en vivo:



Versión 2: mucho más moderada pero sólo apta para quienes sean capaces de tolerar el perfil de Páez durante 5' 24 "



Por los chicos



24 octubre 2007

Chuvia

"Si, ho, a chuvia tamén ensina que a vida é ir perdendo algo de nós sen tregua."

Suso de Toro Tic-tac

09 octubre 2007

Una carta de amor VII

Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.

Hija mía es mejor vivir
con la alegría de los hombres
que llorar ante el muro ciego.

Te sentirás acorralada
te sentirás perdida o sola
tal vez querrás no haber nacido.

Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto
que es un asunto desgraciado.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

La vida es bella, ya verás
como a pesar de los pesares
tendrás amigos, tendrás amor.

Un hombre solo, una mujer
así tomados, de uno en uno
son como polvo, no son nada.

Pero yo cuando te hablo a ti
cuando te escribo estas palabras
pienso también en otra gente.

Tu destino está en los demás
tu futuro es tu propia vida
tu dignidad es la de todos.

Otros esperan que resistas
que les ayude tu alegría
tu canción entre sus canciones.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.

La vida es bella, tú verás
como a pesar de los pesares
tendrás amor, tendrás amigos.

Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.

Perdóname no sé decirte
nada más pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino.

Y siempre siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

Juan Agustín Goytisolo "Palabras para Julia"

30 septiembre 2007

18 septiembre 2007

Arriesga lo que tienes por aquello que amas

"Ficaron en silencio. Amador remaba ritmicamente e sen esforzo polo centro do río, deixándose levar pola corrente. Pasaron sucesivamente as pontes, e quedaron atrás as luces da cidade.

Na escuridade, sentados cada un nun extremo da barca, non ollaban os rostros. Pierre Francesco sentía un amor inmenso por aquel home de firmes e singulares conviccións, que estaba a xogar a súa vida por él. 'É un exemplo de fidelidade', pensou. Dende neno aprendera a máxima que inspirou a vida de Filipo Borghese, e que este gravou nos miolos do neto.

-Non teñas medo do medo e arrisca o que tes por aquilo que amas. E Amador, vello barqueiro, pozo insondabel de visións e certezas, coñecedor dunha terra de silencios e misterios, conversador coas nubes e coas pedras, ensináballe de novo e río abaixo a antiga lección."

Francisco Fernández Naval O bosque das antas.

13 septiembre 2007

Así es el mate

"El mate no es una bebida. Bueno, sí. Es un líquido y entra por la boca. Pero no es una bebida. En este país nadie toma mate porque tenga sed. Es más bien una costumbre, como rascarse. El mate es exactamente lo contrario que la televisión: te hace conversar si estás con alguien, y te hace pensar cuando estás solo. Cuando llega alguien a tu casa la primera frase es "hola" y la segunda "¿unos mates?". Esto pasa en las casas. En la de los ricos y en la de los pobres.

Pasa entre mujeres charlatanas y chismosas, y pasa entre hombres serios o inmaduros. Pasa entre los viejos de un geriátrico y entre los adolescentes mientras estudian o se drogan. Es lo único que comparten los padres y los hijos sin discutir ni echarse en cara. Peronistas y radicales ceban mate sin preguntar. En verano y en invierno. Es lo único en lo que nos parecemos las víctimas y los verdugos; los buenos y los malos.

Cuando tenés un hijo, le empezás a dar mate cuando te pide. Se lo das tibiecito, con mucha azúcar, y se sienten grandes. Sentís un orgullo enorme cuando un esquenuncito de tu sangre empieza a chupar mate. Se te sale el corazón del cuerpo. Después ellos, con los años, elegirán si tomarlo amargo, dulce, muy caliente, tereré, con cáscara de naranja, con yuyos, con un chorrito de limón. Cuando conocés a alguien por primera vez, te tomás unos mates. La gente pregunta, cuando no hay confianza: "¿Dulce o amargo?". El otro responde: "Como tomes vos". Los teclados de Argentina tienen las letras llenas de yerba. La yerba es lo único que hay siempre, en todas las casas. Siempre. Con inflación, con hambre, con militares, con democracia, con cualquiera de nuestras pestes y maldiciones eternas. Y si un día no hay yerba, un vecino tiene y te da. La yerba no se le niega a nadie.

Éste es el único país del mundo en donde la decisión de dejar de ser un chico y empezar a ser un hombre ocurre un día en particular. Nada de pantalones largos, circuncisión, universidad o vivir lejos de los padres. Acá empezamos a ser grandes el día que tenemos la necesidad de tomar por primera vez unos mates, solos. No es casualidad. No es porque sí. El día que un chico pone la pava al fuego y toma su primer mate sin que haya nadie en casa, en ese minuto, es que ha descubierto que tiene alma. O está muerto de miedo o está muerto de amor o algo: pero no es un día cualquiera. Ninguno de nosotros nos acordamos del día en que tomamos por primera vez un mate solo. Pero debe haber sido un día importante para cada uno. Por adentro hay revoluciones.

El sencillo mate es nada más y nada menos que una demostración de valores... Es la solidaridad de bancar esos mates lavados porque la charla es buena. La charla, no el mate. Es el respeto por los tiempos para hablar y escuchar, vos hablás mientras el otro toma y es la sinceridad para decir: "¡Basta, cambiá la yerba!"

Es el compañerismo hecho momento. Es la sensibilidad al agua hirviendo. Es el cariño para preguntar, estúpidamente, "¿está caliente, no?". Es la modestia de quien ceba el mejor mate. Es la generosidad de dar hasta el final. Es la hospitalidad de la invitación. Es la justicia de uno por uno. Es la obligación de decir "gracias", al menos una vez al día. Es la actitud ética, franca y leal de encontrarse sin mayores pretensiones que compartir.

Ahora vos sabés: un mate no es sólo un mate..."

[Gracias a la siempre atenta lectura de P. de Pau nos enteramos de que Lalo Mir nada tiene que ver con la redacción de este texto. Es, una vez más, una de esas reescritura que circulan sin nombre, pirateadas y transformadas, por la red. La versión original de "El mate" corresponde a un post publicado en la página Weblog de una mujer gorda]

08 septiembre 2007

Versiones de Asterión IV


Pablo Picasso "Minotauro acariciando a una mujer dormida", 1933.
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid.

30 agosto 2007

Una carta de amor VI

Amor choque, amor locura, amor inconmensurable, amor abrasamiento...

Vértigo de identidad, vértigo de palabras: el amor es, a escala individual, esa súbita revolución, ese cataclismo irremediable del que no se habla más que después [...] Hasta la carta de amor, esa tentativa inocentemente perversa de calmar o relanzar el juego, está demasiado inmersa en el fuego inmediato como para no hablar más que de "mí" o de "ti", o incluso, de un "nosotros" salido de la alquimia de las identificaciones, pero no de lo que sucede realmente entre el uno y el otro. No de ese estado de crisis, de abatimiento, de locura que puede romper todas las barreras de la razón, como puede, semejante a la dinámica del organizamo vivo en pleno crecimiento, transformar un error en renovación, remodelar, rehacer, resucitar un cuerpo, una mentalidad, una vida. O incluso dos. [...]

El amor es el tiempo y el espacio en el que el "yo" se concede el derecho a ser extraordinario. Soberano sin ser ni siquiera individuo. Divisible, perdido, aniquilado; pero también, por la fusión imaginaria con el amado, igual a los espacios infinitos de un psiquismo sobrehumano. [...] Espacio dilatado, infinito, donde desde mis desfallecimientos evoco, por intermedio del amado, una visión ideal. ¿La mía? ¿La suya? ¿La nuestra? Imposible, y sin embargo, mantenida. [...]

El amor es, en suma, una mal a la vez que una palabra o una carta. Lo inventamos cada vez, con cada amado forzosamente único, en cada momento, lugar, edad... O de una vez por todas. Las delicias y las angustias de esta libertad se agravan hoy por el hecho de no tener códigos amorosos: no hay espejos estables para los amores de una época, de un grupo, de una clase. El divan del psicoanalista es el único lugar donde el contrato social autoriza explícitamente una búsqueda -aunque privada- del amor.


Julia Kristeva "Un mal, una palabra, una carta" en Historias de amor

20 agosto 2007

Come vedere nello specchio riemergere un viso morto...

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos 
esta muerte que nos acompaña
desde el alba a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un absurdo defecto. Tus ojos
serán una palabra inútil,
un grito callado, un silencio.
Así los ves cada mañana
cuando sola te inclinas
ante el espejo. Oh, amada esperanza,
aquel día sabremos, también,
que eres la vida y eres la nada.

Para todos tiene la muerte una mirada.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como dejar un vicio,
como ver en el espejo
asomar un rostro muerto,
como escuchar un labio ya cerrado.
Mudos, descenderemos al abismo.
Cesare Pavese "Vendrá la muerte y tendrá tus ojos"

13 agosto 2007

Versiones de Asterión III

Y la reina dio a luz un hijo que se llamó Asterión.
Apolodoro, Biblioteca, III, I

Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito *) están abiertas día y noche a los hombres y también a los animales. Que entre el que quiera. No hallará pompas mujeriles aquí ni el bizarro aparato de los palacios, pero sí la quietud y la soledad. Asimismo hallará una casa como no hay otra en la faz de la Tierra. (Mienten los que declaran que en Egipto hay una parecida.) Hasta mis detractores admiten que no hay un solo mueble en la casa. Otra especie ridícula es que yo, Asterión, soy un prisionero. ¿Repetiré que no hay una puerta cerrada, añadiré que no hay una cerradura? Por lo demás, algún atardecer he pisado la calle; si antes de la noche volví, lo hice por el temor que me infundieron las caras de la plebe, caras descoloridas y aplanadas, como la mano abierta. Ya se había puesto el Sol, pero el desvalido llanto de un niño y las toscas plegarias de la grey dijeron que me habían reconocido. La gente oraba, huía, se prosternaba; unos se encaramaban al estilóbato del templo de las Hachas, otros juntaban piedras. Alguno, creo, se ocultó bajo el mar. No en vano fue una reina mi madre; no puedo confundirme con el vulgo, aunque mi modestia lo quiera.

El hecho es que soy único. No me interesa lo que un hombre pueda trasmitir a otros hombres; como el filósofo, pienso que nada es comunicable por el arte de la escritura. Las enojosas y triviales minucias no tienen cabida en mi espíritu, que está capacitado para lo grande; jamás he retenido la diferencia entre una letra y otra. Cierta impaciencia generosa no ha consentido que yo aprendiera a leer. A veces lo deploro porque las noches y los días son largos.

Claro que no me faltan distracciones. Semejante al carnero que va a embestir, corro por las galerías de piedra hasta rodar al suelo, mareado. Me agazapo a la sombra de un aljibe o a la vuelta de un corredor y juego a que me buscan. Hay azoteas desde las que me dejo caer, hasta ensangrentarme. A cualquier hora puedo jugar a estar dormido, con los ojos cerrados y la respiración poderosa. (A veces me duermo realmente, a veces ha cambiado el color del día cuando he abierto los ojos). Pero de tantos juegos el que prefiero es el de otro Asterión. Finjo que viene a visitarme y que yo le muestro la casa. Con grandes reverencias le digo: Ahora volvemos a la encrucijada anterior o Ahora desembocamos en otro patio o Bien decía yo que te gustaría la canaleta o Ahora verás una cisterna que se llenó de arena o Ya veras cómo el sótano se bifurca. A veces me equivoco y nos reímos buenamente los dos.

No sólo he imaginado esos juegos; también he meditado sobre la casa. Todas las partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar. No hay un aljibe, un patio, un abrevadero, un pesebre; son catorce (son infinitos) los pesebres, abrevaderos, patios, aljibes. La casa es del tamaño del mundo; mejor dicho, es el mundo. Sin embargo, a fuerza de fatigar patios con un aljibe y polvorientas galerías de piedra gris he alcanzado la calle y he visto el templo de las Hachas y el mar. Eso no lo entendí hasta que una visión de la noche me reveló que también son catorce (son infinitos) los mares y los templos. Todo está muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado Sol; abajo, Asterión. Quizá yo he creado las estrellas y el Sol y la enorme casa, pero ya no me acuerdo.

Cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal. Oigo sus pasos o su voz en el fondo de las galerías de piedra y corro alegremente a buscarlos. La ceremonia dura pocos minutos. Uno tras otro caen sin que yo me ensangriente las manos. Donde cayeron, quedan, y los cadáveres ayudan a distinguir una galería de las otras. Ignoro quiénes son, pero sé que uno de ellos profetizó, en la hora de su muerte, que, alguna vez llegaría mi redentor. Desde entonces no me duele la soledad, porque sé que vive mi redentor y al fin se levantará sobre el polvo. Si mi oído alcanzara todos los rumores del mundo, yo percibiría sus pasos. Ojalá me lleve a un lugar con menos galerías y menos puertas. ¿Cómo será mi redentor?, me pregunto.

¿Será un toro o un hombre? ¿Será tal vez un toro con cara de hombre? ¿O será como yo?


El Sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba ni un vestigio de sangre.
-¿Lo creerás, Ariadna? -dijo Teseo-. El minotauro apenas se defendió.


* El original dice catorce, pero sobran motives para inferir que en boca de Asterión, ese adjetivo numeral vale por infinitos.

Jorge Luis Borges "La casa de Asterión"

06 agosto 2007

Lastima bandoneón...

"La última curda"

Lastima, bandoneón,
mi corazón,
tu ronca maldición maleva...
Tu lágrima de ron me lleva
hasta el hondo bajo fondo
donde el barro se subleva.
Ya sé, no me digás. ¡Tenés razón!
La vida es una herida absurda,
y es todo, todo, tan fugaz,
que es una curda, ¡nada más!
mi confesión...

Contáme tu condena,
decíme tu fracaso.
¿No ves la pena
que me ha herido?
O habláme simplemente
de aquel amor ausente
tras un retazo del olvido.
¡Yo sé que me hace daño!
¡Yo sé que te lastimo
llorando mi sermón de vino!
Pero, es el viejo amor
que tiembla, bandoneón,
y busca en un licor que aturda
la curda que al final termine la función
corriéndole un telón al corazón.

Un poco de recuerdo y sinsabor
gotea tu rezongo lerdo.
Marea tu licor y arrea
la tropilla de la zurda
al volcar la última curda.
Cerráme el ventanal
que arrastra el sol
su lento caracol de sueño.
¿No ves que vengo de un país
que está de olvido, siempre gris,
tras el alcohol?

Cátulo Castillo y Aníbal Troilo (1956)

{Si pueden, escuchen la versión del Polaco Goyeneche}

30 julio 2007

El canto de Salicio

¡Oh, más dura que mármol a mis quejas,
y al encendido fuego en que me quemo
más helada que nieve, Galatea!,
estoy muriendo, y aún la vida temo;
témola con razón, pues tú me dejas,
que no hay, sin ti, el vivir para qué sea.
Vergüenza he que me vea
ninguno en tal estado,
de ti desamparado,
y de mí mismo yo me corro agora.
¿De un alma te desdeñas ser señora,
donde siempre moraste, no pudiendo
de ella salir un hora?
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

El sol tiende los rayos de su lumbre
por montes y por valles, despertando
las aves y animales y la gente:
cuál por el aire claro va volando,
cuál por el verde valle o alta cumbre
paciendo va segura y libremente,
cuál con el sol presente
va de nuevo al oficio,
y al usado ejercicio
do su natura o menester le inclina,
siempre está en llanto esta ánima mezquina,
cuando la sombra el mondo va cubriendo,
o la luz se avecina.
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

¿Y tú, de esta mi vida ya olvidada,
sin mostrar un pequeño sentimiento
de que por ti Salicio triste muera,
dejas llevar (¡desconocida!) al viento
el amor y la fe que ser guardada
eternamente sólo a mí debiera?
¡Oh Dios!, ¿por qué siquiera,
(pues ves desde tu altura
esta falsa perjura
causar la muerte de un estrecho amigo)
no recibe del cielo algún castigo?
Si en pago del amor yo estoy muriendo,
¿qué hará el enemigo?
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

Por ti el silencio de la selva umbrosa,
por ti la esquividad y apartamiento
del solitario monte me agradaba;
por ti la verde hierba, el fresco viento,
el blanco lirio y colorada rosa
y dulce primavera deseaba.
¡Ay, cuánto me engañaba!
¡Ay, cuán diferente era
y cuán de otra manera
lo que en tu falso pecho se escondía!
Bien claro con su voz me lo decía
la siniestra corneja, repitiendo
la desventura mía.
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

¡Cuántas veces, durmiendo en la floresta,
(reputándolo yo por desvarío)
vi mi mal entre sueños, desdichado!
Soñaba que en el tiempo del estío
llevaba, por pasar allí la siesta,
a beber en el Tajo mi ganado;
y después de llegado,
sin saber de cuál arte,
por desusada parte
y por nuevo camino el agua se iba;
ardiendo yo con la calor estiva,
el curso enajenado iba siguiendo
del agua fugitiva.
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

Tu dulce habla ¿en cúya oreja suena?
Tus claros ojos ¿a quién los volviste?
¿Por quién tan sin respeto me trocaste?
Tu quebrantada fe ¿dó la pusiste?
¿Cuál es el cuello que, como en cadena,
de tus hermosos brazos anudaste?
No hay corazón que baste,
aunque fuese de piedra,
viendo mi amada hiedra,
de mí arrancada, en otro muro asida,
y mi parra en otro olmo entretejida,
que no se esté con llanto deshaciendo
hasta acabar la vida.
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

¿Qué no se esperará de aquí adelante,
por difícil que sea y por incierto?
O ¿qué discordia no será juntada?,
y juntamente ¿qué tendrá por cierto,
o qué de hoy más no temerá el amante,
siendo a todo materia por ti dada?
Cuando tú enajenada
de mi cuidado fuiste,
notable causa diste,
y ejemplo a todos cuantos cubre el cielo,
que el más seguro tema con recelo
perder lo que estuviere poseyendo.
Salid fuera sin duelo,
salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

Materia diste al mundo de esperanza
de alcanzar lo imposible y no pensado,
y de hacer juntar lo diferente,
dando a quien diste el corazón malvado,
quitándolo de mí con tal mudanza
que siempre sonará de gente en gente.
La cordera paciente
con el lobo hambriento
hará su ayuntamiento,
y con las simples aves sin ruido
harán las bravas sierpes ya su nido;
que mayor diferencia comprendo
de ti al que has escogido.
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

Siempre de nueva leche en el verano
y en el invierno abundo; en mi majada
la manteca y el queso está sobrado;
de mi cantar, pues, yo te vi agradada
tanto que no pudiera el mantuano
Títiro ser de ti más alabado.
No soy, pues, bien mirado,
tan disforme ni feo;
que aún agora me veo
en esta agua que corre clara y pura,
y cierto no trocara mi figura
con ese que de mí se está riendo;
¡trocara mi ventura!
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

¿Cómo te vine en tanto menosprecio?
¿Cómo te fui tan presto aborrecible?
¿Cómo te faltó en mí el conocimiento?
Si no tuvieras condición terrible,
siempre fuera tenido de ti en precio,
y no viera de ti este apartamiento.
¿No sabes que sin cuento
buscan en el estío
mis ovejas el frío
de la sierra de Cuenca, y el gobierno
del abrigado Estremo en el invierno?
Mas ¡qué vale el tener, si derritiendo
me estoy en llanto eterno!
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

Con mi llorar las piedras enternecen
su natural dureza y la quebrantan;
los árboles parece que se inclinan:
las aves que me escuchan, cuando cantan,
con diferente voz se condolecen,
y mi morir cantando me adivinan.
Las fieras, que reclinan
su cuerpo fatigado,
dejan el sosegado
sueño por escuchar mi llanto triste.
Tú sola contra mí te endureciste,
los ojos aún siquiera no volviendo
a lo que tú hiciste.
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

Mas ya que a socorrerme aquí no vienes,
no dejes el lugar que tanto amaste,
que bien podrás venir de mí segura;
yo dejaré el lugar do me dejaste;
ven, si por sólo esto te detienes;
ves aquí un prado lleno de verdura,
ves aquí una espesura,
ves aquí una agua clara,
en otro tiempo cara,
a quien de ti con lágrimas me quejo.
Quizá aquí hallarás (pues yo me alejo)
al que todo mi bien quitarme puede;
que pues el bien le dejo,
no es mucho que el lugar también le quede.
Garcilaso de la Vega Fragmento "Égloga I"

25 julio 2007

Todos los caminos conducen a Santiago

Cerro Penitentes, Mendoza - Cordillera de los Andes

El día de Galicia me encuentra lejos de mis dos tierras. Desde hace una semana estoy en la hermosa ciudad de Mendoza pasando unas vacaciones que preludian un congreso de literatura que amenaza con ser tan desorganizado como tedioso. Entre las muchas sorpresas con las que me recibió la provincia me encontré con la novedad de que su santo patrono es Santiago Apóstol.

Mendoza se ubica en una franja de gran actividad sísmica que comparte con Santiago de Chile, ciudad que hoy también festeja. Esta condición que en otro contexto no pasaría de ser un mero dato estadístico, aquí atraviesa cada obra, cada trazo del diseño urbano, cada pensamiento. No es pura superstición: el 20 de marzo de 1861 un terremoto destruyó por completo la Mendoza colonial y terminó con la mitad de sus pobladores: 6.500 personas murieron en cuestión de minutos. La leyenda cuenta que el desastre sobrevino un día de semana santa: fue un castigo por la falta de fe de los mendocinos hecho a la medida de los feudos religiosos que por aquellos años comienzan a perder parte de su hegemonía.

Al igual que en la provincia de Santiago del Estero –que hoy celebra el cuarto centenario de su fundación-, el 25 de julio es feriado provincial en Mendoza. Los homenajes entre los que se incluyen procesiones por la ciudad, regatas en el lago central y competencias varias contrastan con la casi nula actividad comercial que se vuelve mucho más evidente en una ciudad, por estos días, inundada de turistas. “Si trabajamos hoy, el patrono nos mueve el suelo” fue la memoriosa respuesta que obtuvo mi insolente incomprensión capitalina.

No hagamos enojar al santo.

Feliz día de Santiago.

Feliz día de Galicia.

Puente del Inca, Mendoza - Cordillera de los Andes


{Les debo mis fotos hasta el regreso a Buenos Aires, por ahora, van estas extraídas de la web}



20 julio 2007

Argentina llora

Roberto Fontanarrosa

26 de noviembre de 1944 - 19 de julio de 2007


www.negrofontanarrosa.com

09 julio 2007

Nieve en Buenos Aires


Por primera vez desde junio de 1918, esta tarde de feriado nevó en Buenos Aires.


Foto extraída del diario Clarín, por esas cosas de la vida, justo es la esquina de casa


Con mi hermana María en frente de casa



En Plaza Pueyrredón, barrio de Flores


Esta fue una tarde mágica, la concreción de un sueño casi imposible. Mucho más mágica, claro, del brazo de mi hermanita.


06 julio 2007

Una carta de amor V


Diego: Nada comparable a tus manos ni nada igual al oro - verde de Tus ojos. Mi cuerpo se llena de tí por días y días. Eres el espejo de la noche. La luz violenta del relámpago. La humedad de la tierra. El hueco de tus axilas es mi refugio. Mis yemas tocan tu sangre. Toda mi alegría es sentir brotar la vida de tu fuente - flor que la mía guarda para llenar todos los caminos de mis nervios que son los tuyos.

Frida Kahlo Diario

[6 de julio, Centenario de su nacimiento]

02 julio 2007

Formas de la decepción x Lihn

"Del país de los sueños"

Cientos, cientos de veces te encontraré a la vuelta
de la memoria abundante en esquinas
en la enrarecida atmósfera del país de los sueños
en que no hay cosa que no esté hecha de nada
Me harás, sin verme, un saludo con la mano,
pues de los dos
yo seré el único
en vernos y no tú la buena amiga de los años reales.

Además allí, en la nada, encuentros y desencuentros
¿en qué se diferencian? El diálogo es su simulacro
hecho de las palabras recordadas. La que esté allí
es solo una visión a la espera de un taxi de hace diez
o quince años
sin haber envejecido porque en ese país
no se vive ni se muere, con tu vestido pasado de moda
remedo de algunas escenas que habríamos podido vivir juntos
si todavía fuéramos reales

Y sentiré lástima de mí y me invadirá como si fuera el amor

el recuerdo vacío de estas lágrimas.

Enrique Lihn

27 junio 2007

Versiones de Asterión II

"Minos: Las madres no cuentan. Todo está en el caliente gérmen que las elige y las usa. Tú eres la hija de un rey, Ariana la muy temida, Ariana la paloma de oro. Él no es nuestro, un artificio. ¿Sabes de quién es hermano? Del laberinto. De su cárcel misma. ¡Oh caracol horrendo! Hermano de su jaula, de su prisión de piedra. Un artificio, mira, igual que su prisión. Dédalo los hizo a ambos, astuto ingeniero.

Ariana: Ella ha sido mi madre.

Minos: El ánfora ya rota en pedazos excecrables. Tu naces de mí como el aroma del vino profundo. Hija de rey, paloma de oro. Primero fuiste tú, y en Cnossos se alzaba la alegría como un potro en dos patas. Entonces urdió Dédalo la máquina de bronce, maleándola en secreto. Yo recibía embajadas, presidía torturas. Y entre tanta comisión real, Pasifae se rendía a un deseo de manos calientes y yugulares rotas.

Ariana: No lo digas. Saber una cosa no es como escucharla. Saber sin palabras, la cosa misma adherida al corazón, nos abriga de su imagen como un escudo.

Minos: Nadie me libró de escucharlo. Con palabras te lo diré para que la vomites de tu corazón y seas solamente la hija del rey. Cuando apenas le quedaba voz, al tercer día de suplicios, Axto derramó la verdad con su sangre. El toro era del norte, rojo y henchido, se le veía subir por la pradera como las barcas egipcias que traen a los emisarios y las vendas perfumadas. Ella estaba ya en la vaca luminosa, delfín de oro entre las hierbas, y fingía un mugido solitario y blando, un temblor en la piel de la voz.

Ariana: No lo digas. Axto murió mutilado y amargo. Su dolor hablaba por él, pero tú eres un rey.

Minos: El toro vino a ella como una llama que prende en los trigos. Todo el oro fúlgido se oscureció de pronto y Axto, desde lejos, oyó el alto alarido de Pasifae. Desgarrada, dichosa, gritaba nombres y cosas, insensatas nomenclaturas y jerarquías. Al grito sucedió el gemir del goce, lu lasciva melopea que en mi recuerdo se mezcla todavía con azafrán y laureles. No sé más, Axto murió en mitad de una palabra. Me acuerdo de la palabra: sonrisa.

Ariana: Hablaría de ella.

Minos: No sé.

Ariana: El toro era del norte, rojo y henchido. Lo digo como si escupiera los huesecillos de una paloma asada, las escamas del pescado. No quiero repetirlo pero tú me has forzado su carne en la boca, siento correr una caliente savia de púrpura y limón por mi lengua lacerada. ¡Oh rey, padre mío, y él éstá vivo ahí, y tú lo condenas cruelmente!

Minos: Y yo estoy vivo aquí, y él me condena cruelmente. En este día que vuelve cada año con una barca de llantos; en este día en que debo ser rey."

Julio Cortázar Los reyes (1949)

22 junio 2007

Versiones de Asterión I

"Bien digna de tenerte por esposo es la adúltera que engañó
con madera a un fiero toro y llevó en su vientre un feto híbrido.
Ya no me sorprende que Pasífae prefiriera,
antes que a ti, al toro: tu tenías mayor ferocidad.

Había crecido el oprobio de su linaje; el vergonzoso adulterio
de la madre era evidente por lo insólito del monstruo híbrido.
Minos decide alejar de su tálamo esta infamia y encerrarlo
en una mansión intrincada, en una morada tenebrosa.
Dédalo, famosísimo por su pericia en el arte de la construcción,
realiza la obra, enmaraña los puntos de referencia e induce
a error a los ojos con la revuelta de múltiples pasadizos.
Tal como el frigio Meandro juega con sus límpidas aguas,
y con zigzagueante curso fluye y refluye, y saliendo
a su propio encuentro contempla las ondas que han de llegar,
y, encarando unas veces sus fuentes y otras el mar abierto,
arrastra unas aguas sin rumbo cierto, así Dédalo llena
de rodeos los innumerables pasadizos, y apenas pudo él mismo
volver al umbral: tan grande es la trampa de aquel edificio.

Luego que Minos encerró allí la doble figura, de hombre y toro,
y derrotó al monstruo, dos veces cebado con sangre actea,
el tercero de los contingentes sorteados cada nueve años,
y una vez que con la ayuda de una joven la difícil puerta, que
jamás antes cruzó nadie dos veces, fue encontrada rebobinando
el hilo, al punto el hijo de Egeo raptó a la hija de Minos."

Ovidio Libro VIII Metamorfosis

16 junio 2007

Bloomsday

"... usaré una rosa blanca o esas masas divinas de lo de Lipton me gusta el olor de una tienda rica salen a siete y medio la libra o esas otras que traen cerezas adentro y con azúcar rosadita que salen a once el par de libras claro una linda planta para poner en medio de la mesa yo puedo conseguirla barata dónde fue que las vi hace poco soy loca por las flores yo tendría nadando en rosas toda la casa Dios del Cielo no hay como la naturaleza las montañas después el mar y las olas que se vienen encima después el campo lindísimo con maizales trigales y toda clase de cosas y el ganado pastando te alegraría el corazón ver ríos y bañados y flores en cuanta forma Dios creó y olores y colores saltando hasta de los charcos y los que dicen que no hay Dios me importa un pito lo que saben por qué no van y crean algo yo siempre les decía librepensadores o como quieran llamarse que se quiten las telarañas después piden berreando un cura al morirse y a qué santos es porque temen el infierno por su mala conciencia sí ya los conozco bien cual fue la primer persona en el universo antes que hubiera alguien que lo hizo todo ah eso no lo saben ni yo tampoco están embromados éso es como atajarlo al sol al salir Para vos brilla el sol me dijo el día que estábamos tirados en el pasto de traje gris y de sombrero de paja cuando yo lo hice declarárseme sí primero le di a comer de mi boca el trocito de torta con almendras y era año bisiesto como este sí ya pasaron 16 años Dios mío después de ese largo beso casi pierdo el aliento sí me dijo que yo era una flor serrana sí somos flores todo el cuerpo de una mujer sí por una vez estuvo en lo cierto y para vos hoy brilla el sol sí por eso me gustó pues vi que él comprendía lo que es una mujer y yo sabía que lograría engatusarlo siempre y le di todo el gusto que pude llevándolo despacito hasta que me pidió que le contestara que sí y yo no quise contestarle enseguida sólo mirando el mar y el cielo pensando en tantas cosas que él no sabía de fulano y zutano y de papá y de Ester y del capitán y de los marineos en el muelle a los brincos y el centinela frente a la casa del gobernador con la cosa en el salacot pobre hombre medio achicharrado y las chicas españolas riéndose con sus mantones y peinas y los remates de mañana los griegos y los judíos y los árabes y hombres de todos los rincones de Europa y el mercado cloqueando y los pobres burritos cayéndose de sueño y los tipos cualquiera dormidos en la sombra de los portales y las ruedas grandotas de las carretas de bueyes y el castillo de miles de años sí y esos moros buenos mozos todos de blanco y con turbantes como reyes haciéndola sentar a uno en su tendencia y Rondas con las ventanas de las posadas ojos que atisban y una reja escondida para que bese los barrotes su novio y los bodegones a medio abrir toda la noche y las castañuelas y aquella noche en Algeciras cuando perdimos el vapor las castañuelas y el sereno pasando quietamente con su farol y Oh ese torrente atroz y de golpe Oh y el mar carmesí a veces como fuego y los ocasos brillantes y las higueras en la Alameda sí y las callecitas rarísimas y las casas rosadas y amarillas y azules y los rosales y jazmines y geranios y tunas y Gibraltar de jovencita cuando yo era una Flor de la Montaña sí cuando me até la rosa en el pelo como las chicas andaluzas o me pondré una colorada sí y como me besó junto al paredón morisco y pensé lo mismo me da él que otro cualquiera y entonces le pedí con los ojos que me pidiera otra vez y entonces me pidió si quería sí para decirle sí mi flor serrana y primero lo abracé sí y encima mío lo agaché para que sintiera mis pechos toda fragancia sí y su corazón como enloquecido y sí yo dije sí quiero Sí."
James Joyce

"La última hoja del Ulises", traducción de Jorge Luis Borges.
Proa, Buenos Aires, número 6, enero de 1925.

06 junio 2007

Ya no sé qué hacer conmigo

Ya tuve que ir obligado a misa, ya toqué en el piano “Para Elisa”.
Ya aprendí a falsear mi sonrisa, ya caminé por la cornisa.

Ya cambié de lugar mi cama, ya hice comedia, ya hice drama.
Fui concreto y me fui por las ramas, ya me hice el bueno y tuve mala fama.

Ya fui ético y fui errático, ya fui escéptico y fui fanático.
Ya fui abúlico, fui metódico, ya fui impúdico y fui caótico.

Ya leí Arthur Conan Doyle, ya me pasé de nafta a gas oil.
Ya leí a Breton y a Molière, ya dormí en colchón y en sommier.

Ya me cambié el pelo de color, ya estuve en contra y estuve a favor.
Lo que me daba placer ahora me da dolor, ya estuve al otro lado del mostrador.

Y oigo una voz que dice sin razón:
“Vos siempre cambiando, ya no cambiás más”.
Y yo estoy cada vez más igual.
Ya no sé qué hacer conmigo.

Ya me ahogué en un vaso de agua, ya planté café en Nicaragua.
Ya me fui a probar suerte a USA, ya jugué a la ruleta rusa.

Ya creí en los marcianos, ya fui ovolactovegetariano.
Sano, fui quieto y fui gitano, ya estuve tranqui y estuve hasta las manos.

Hice el curso de mitología pero de mí los dioses se reían,
orfebrería la salvé raspando y ritmología aquí la estoy aplicando.

Ya probé, ya fumé, ya tomé, ya dejé, ya firmé, ya viajé, ya pegué,
ya sufrí, ya eludí, ya huí, ya asumí, ya me fui, ya volví, ya fingí, ya mentí.

Y entre tantas falsedades muchas de mis mentiras ya son verdades.
Hice fácil adversidades y me compliqué en las nimiedades.

Y oigo una voz que dice con razón:
“Vos siempre cambiando, ya no cambiás más”.
Y yo estoy cada vez más igual.
Ya no sé qué hacer conmigo.

Ya me hice un lifting, me puse un piercing, fui a ver al dream team y no hubo feeling,
me tatué al Che en una nalga, arriba de mami para que no se salga.

Ya me reí y me importó un bledo de cosas y gente que ahora me dan miedo.
Ayuné por causas al pedo, ya me empaché con pollo al spiedo.

Ya fui al psicólogo, fui al teólogo, fui al astrólogo, fui al enólogo,
ya fui alcohólico y fui lambeta, ya fui anónimo y ya hice dieta.

Ya lancé piedras y escupitajos al lugar donde ahora trabajo
y mi legajo cuenta a destajo, que me porté bien y que armé relajo.

Y oigo una voz que dice sin razón:
“Vos siempre cambiando, ya no cambiás más”
Y yo estoy cada vez más igual.
Ya no sé qué hacer conmigo.

Cuarteto de Nos


03 junio 2007

Une nouvelle secte de philosophes

Aquí yacen los despojos del muy ilustre Miguel Nostradamus, el único, a juicio de muchos mortales, digno de transmitir los acontecimientos futuros del mundo entero, con una pluma casi divina y en plena relación con las influencias de las estrellas.

Ana Ponsart Gemelle, (la mujer de Nostradamus).

Nostradamus Bolaño llegó a México como el Jesucristo de Ensor a Bruselas. La Historia era un afiche de la policía, clavado en la puerta de una ensambladora de autos. Las muchachas pobres buscaban en interruptor en piezas oscuras, e imaginaban manos desesperadas atrapando sus senos.

Y la luz no se prendía. La Historia, un grito ahogado en tantos gritos que desbordaban la noche de una ciudad perdonada. Y la luz no se prendía. O se prendía una hora después del suceso:

Vio la ampolleta inmóvil en el dormitorio lleno de carteles. Vio las modernas cortinas rotas y las persianas que el viento cerraba y abría.

Con brújula, pistola y mapas falsos, como un pirata, todo lo recorrió; haciendo del tierno viaje sentimental una Ilíada escrita por novelistas genocidas, poetas cobardes y delgados, dramaturgos dormidos.

En el bosque mujeres a caballo lo saludaban desde lejos.

La boca roja de la televisión decía: Nostradamus Bolaño, conjunción de astros en tu sandwich y en tu sillón de flores marchitas, y en tu cerveza que la vieja luna entibia. Es decir, querido, no importa cómo llegues a México, o a cualquier país, si los sentidos están intactos, si no eres capaz de sacarte el cinturón y entrar corriendo locamente, molineando la hebilla en el aire, botando puertas con las patas, a matar al loco que tiene una pistola en la mano y una niña despanzurrada en la cama.

Vio la ampolleta inmóvil en el dormitorio lleno de fotografías. Escupió el suelo, se lo tragaron los rincones. Vio las modernas cortinas rajadas, que el viento levantaba y dejaba caer. Bajó las escaleras -principios de siglo- aullando puras porquerías, buscando a gritos un taxi en la noche.

Roberto Bolaño en Correspondencia Infra 1, 1977.

24 mayo 2007

Acceder al cielo

"Remedios, la bella, se quedó vagando por el desierto de la soledad, sin cruces a cuestas, madurándose en sus sueños sin pesadillas, en sus baños interminables, en sus comidas sin horarios, en sus hondos y prolongados silencios sin recuerdos hasta una tarde de marzo en que Fernanda quiso doblar en el jardín sus sábanas de bramante y pidió ayuda a las mujeres de la casa. Apenas habían empezado cuando Amaranta advirtió que Remedios, la bella, estaba transparentada por una palidez intensa [...] un delicado viento de luz le arrancó las sábanas de las manos y las desplegó en toda su amplitud. Amaranta sintió un temblor misterioso en los encajes de sus pollerines y trató de agarrarse de la sábana para no caer, en el instante en que Remedios, la bella, empezaba a elevarse. Úrsula, ya casi ciega, fue la única que tuvo serenidad para identificar la naturaleza de aquel viento irreparable, y dejó las sábanas a merced de la luz, viendo a Remedios, la bella, que le decía adiós con la mano, entre el deslumbrante aleteo de las sábanas que subían con ella, que abandonaban con ella el aire de los escarabajos y las dalias, y pasaban con ella a través del aire donde terminaban las cuatro de la tarde, y se perdieron con ella para siempre en los altos aires donde no podían alcanzarla ni los más altos pájaros de la memoria."

Gabriel García Márquez Cien años de soledad

17 mayo 2007

Día das Letras Galegas

Si algo de ti alenta en forza viva,
si algo de ti méntralo vas menguando,
si eres causa,
encende luz-día na cinsa dos mortos
-escoitos de latís i olladas pechas-
encende luz apagada daquel día que sobra, encende,
ti que eres dono, aqués días de luz-verba, días
atropados no camiño que non se anda, encende
aquel día de calma -onda
de ondas-,
encende a nave das cousas -velada rica-,
encende e chama.
Chama ás cousas que non son delas,
chama hasta que desperten do seu sono xordo
e poidas facer brío na calma hasta enmedar verba espaiada e
segar peito ca forza entre o corazón frío xa.
Encende a cinsa dos ósos en luz que nos diga.
Ósos que lle ofreceches á noite!
Fai mareas en mares de sangre
que deixaches enfriar,
fai mundo certo de verbas que secaches en terras novas.
Fai e conta.
Conta as presadas de barro que axunta o meu currucho de terra.
Si son muitas, delas teño medo.

...

Veinme as cousas hoxe nunha.
Esprito amigo,
encende, chama e di.

María Mariño Verba que comenza



[No es casual que, en este día de números redondos, escriba el post 100]