21 noviembre 2010

La literatura o la vida

"La literatura no cambia, siempre se puede encontrar lo que se espera, en cambio la vida..."

Ricardo Piglia Blanco nocturno

03 noviembre 2010

Palabras lanzadas al vacío, a la nada, al olvido

Entre mi amor y yo han de levantarse
trescientas noches como trescientas paredes
y el mar será una magia entre nosotros.  

No habrá sino recuerdos. 
Oh tardes merecidas por la pena, 
noches esperanzadas de mirarte, 
campos de mi camino, firmamento 
que estoy viendo y perdiendo... 
Definitiva como un mármol 
entristecerá tu ausencia otras tardes.

Jorge Luis Borges Fervor de Buenos Aires  (1923)


Vigilas desde este cuarto
donde la sombra temible es la tuya.

No hay silencio aquí
sino frases que evitas oír.

Signos en los muros
narran la bella lejanía.

(Haz que no muera
sin volver a verte.)
Alejandra Pizarnik Extracción de la piedra de la locura (1968)

02 noviembre 2010

Una carta de amor VIII

"¿Qué quiere decir "pensar en alguien"? Quiere decir: olvidarlo (sin olvido no hay vida posible) y despertar a menudo de ese olvido. Muchas cosas, por asociación, te recuerdan en mi discurso. "Pensar en ti" no quiere decir otra cosa que esa metonimia. Puesto que en sí, ese pensamiento está vacío: no te pienso; simplemente te hago aparecer (en la misma proporción en que te olvido). Es esta forma (este ritmo) que llamo "pensamiento": no tengo nada que decirte, sino que este nada es a ti a quien lo digo [...] Como deseo, la carta de amor espera su respuesta; obliga implícitamente al otro a responder, a falta de lo cual su imagen se altera, se vuelve otra."

Roland Barthes Fragmentos de un discurso amoroso

19 octubre 2010

Galicia X Rama

"Quisiera poder escribir
en el sobre de este envío:
'A mi madre,
Cielo de Galicia',
y que llegara a su destino.


Entrada
No se hallará registro de esta tierra en ningún atlas, por grande y minucioso que sea. Se podrá encontrar en ellos todo, las Islas Bienaventuradas o las Tierras del Gran Tamerlán, pero no esta, mucho más pequeña, que se abre hacia el mar y también se rehúsa dentro de valles recoletos. Y sin embargo existe.

Esa mano vacilante que distingue al buen cartógrafo, no ha trazado nunca el arbitrario festón de su contorno, ni dibujado sus ríos con tinta azul, sus montañas de castaño claro, y el resto verde, verde intenso, homogéneo, para ilusionarnos con una vegetación que en verdad va hasta el herrumbre y hasta el negro.

Pero yo sé que existe y dónde. Yo sé el lugar donde sus pueblos se esconden en el campo, apenas revelados por las lámparas encendidas que van de una a otra casa de piedra gris cuando la noche avanza; sé de sus encinas plantadas en círculo y del sembradío minucioso que recubre sus tierras; sé de sus alamedas y también del mar que se abre entre montañas [...]

Cuando me aproximo a esta tierra, es la música la que se adelanta como dueña a saludarme. No puedo olvidarla por una razón simple: la oí por primera vez en una canción de cuna.

Es tierra de mi madre y no mía [...] por ella corrió haciendo pareja con el viento; se perdió en la niebla siguiendo la orilla sinuosa del mar; la oyó cantar desde la entraña recóndita. Por ella corre aún, vieja ya [...] Pero no va sola: aprieta mi mano con la suya en la que el tiempo enfundó un guante áspero. Y vamos a quién corre más y descubre más pronto las primeras manzanas escondidas en el árbol. Y ya no sé, cuando desciendo a este pensamiento, si es ella la que me lleva como niño de la mano o si soy yo el que corre por esa tierra y a mi lado trota mi hija o si son ellas dos, abuela y nieta, las que están descubriendo alborozadas un huerto secreto, en tanto las contemplo desde el vago sueño.

Hay que correr para abarcar la tierra, para que sea nuestra. Una lluvia cerrada la golpea, mojándola, hasta que ya no la vemos; y así, cuando se nos pierde, sabemos de pronto que es nuestra. Esa lluvia que no amengua el esplendor del sol sobre el cual cae, es el tiempo en que vamos perdiéndonos, donde también somos y estamos, vivientes, lujosamente revestidos de capa de agua que no cesa, donde nos reconocemos una última vez como los mismos.

Madre, hija, yo mismo: sangre de una infancia que a través de todos permanece. Para ella la tierra no alcanza y por eso cava en la memoria el acceso a otra en que seguir corriendo bajo el sol y la lluvia. Cuando ya no quede tierra o es poca y cierta la que nos espera, esta otra se extiende largamente ante nosotros. No tiene fin y tienta con mágicos presagios. Es nuestra como ninguna puede serlo, pues nadie nos disputará su materia que pacientemente hemos amasado durante una corta vida."

Ángel Rama Tierra sin mapa (1959)

12 octubre 2010

"Las dos orillas"

"¿Qué habría pasado si lo que sucedió, no sucede? ¿Qué habría pasado si lo que no sucedió, sucede? [...] Gemela de Dios, gemela de los hombres, sobre la laguna de México, cabe el río de Sevilla, se abren al mismo tiempo los párpados del Sol y los de la Luna. Nuestros rostros están rayados por el fuego, pero al mismo tiempo nuestras lenguas están surcadas por la memoria y el deseo. Las palabras viven en las dos orillas. Y no cicatrizan."
Carlos Fuentes "Las dos orillas" en El naranjo

06 julio 2010

A favor del matrimonio universal en Argentina

Apoyo de científicos/as del CONICET e investigadores/as de Argentina a la ley de igualdad y los derechos de lesbianas, gays, bisexuales, travestis y transexuales.



17 junio 2010

Esa playa última

"AMOROSA ANTICIPACIÓN"

Ni la intimidad de tu frente clara como una fiesta
ni la costumbre de tu cuerpo, aún misterioso
                                                      y tácito de niña,
ni la sucesión de tu vida asumiendo palabras o silencios
serán favor tan misterioso
como mirar tu sueño implicado
en la vigilia de mis brazos.
Virgen milagrosamente otra vez por la virtud absolutoria
                                                                        del sueño,
quieta y resplandeciente como una dicha que
                                                              la memoria elige,
me darás esa orilla de tu vida que tu misma no tienes.
Arrojado a quietud,
divisaré esa playa última de tu ser
y te veré, por vez primera, quizá,
como Dios ha de verte,
desbaratada la ficción del Tiempo,
sin el amor, sin mí. 

Jorge Luis Borges en Luna de enfrente

16 junio 2010

Tu nombre cierto, tu cintura

"TALA"

Llévese estos ojos, piedritas de colores,
esta nariz de tótem, estos labios que saben
todas la tablas de multiplicar y las poesías más selectas.
Le doy la cara entera, con la lengua y el pelo,
me quito las uñas y dientes y le completo el peso.
No sirve esa manera de sentir. Qué ojos ni qué dedos.
Ni esa comida recalentada, la memoria,
ni la atención, como una cotorrita perniciosa.
Tome las inducciones y las perchas
donde cuelgan las palabras lavadas y planchadas.
Arree con la casa, fuera de todo,
déjeme como un hueco o una estaca.
Tal vez entonces, cuando no me valga
la generosidad de Dios, ese boy scout,
y esté igual que la alfombra que ha aguantado
su lenta lluvia de zapatos ochenta años
y es urdimbre nomás, claro esqueleto donde
se borraron los ricos pavorreales de plata,
puede ser que sin voz diga tu nombre cierto
puede ocurrir que alcance sin manos tu cintura.


Julio Cortázar

15 junio 2010

En el centro exacto del abandono

"Pero un restallido en el aire o niebla o lluvia no puede apaciguar, cerrar una herida. No cierra una herida una campana. Una campana no cierra una herida. Fue la noche de Santiago. Llovía moroso en el jardín del Hostal. Me voy a ver los fuegos -dijo- con la gente de negro que vino de muy lejos para ser cuerpo presente (en la plaza iluminada por fuegos que se suceden cada vez más vertiginosos porque la lluvia impedía su natural despliegue, evolución y muerte). Sí -dije- ve, ve, ve (sintiéndome, oh siempre, en el centro exacto del abandono). Vi sus ojos en el resplandor cortado de oscuridades hirientes, súbitas. Vi sus ojos en el sonido de la tormenta, en los colores ardiendo como pájaros muy efímeros. Que se vaya -me dije- yo no pretendo, no intento, no comprendo. No me dejes -dijo- no me exilies de ti. En lo alto, en lo puro del abandono. Llamarme a mí pequeña abandonadora. Antes de desaparecer vi sus ojos no comprendiendo. Trémulo gesto de mi cara para ir a llorar importantemente en la noche del no se sabe quién es abandonado."

Alejandra Pizarnik "La noche de Santiago" (frag) en Prosa completa.

01 junio 2010

Esos ojos

"Sin embargo, no te engañas: esos ojos fluyen, se transforman, como si te ofrecieran un paisaje que solo tú puedes adivinar y desear."

Carlos Fuentes Aura

02 abril 2010

Ambulantes

"Santiago de Compostela. Los jueves por la mañana las mujeres llegan desde sus aldeas a vender verduras en el mercado de Santiago de Compostela. Todas, o casi todas, son viejas. Se sientan en banquitos enanos y charlan con sus clientas, que también son viejas. En las canastas no hay un solo tomate que sea igual a otro; todos tienen alguna marca, un punto negro o un lunar más claro; los mazos de grelos todavía húmedos y coles pequeñas e imperfectas, como cabezas de niño. Cada una de estas mujeres tiene una relación directa con el producto que trae al mercado; viven cerca de Santiago y cerca de esas verduras, en un espacio que todavía hoy conserva algo de arcaico. Seguramente son las últimas que venden verduras orgánicas sin decorarlas con ese adjetivo hiperbólico, mitad técnico y mitad estético, propios de un vocabulario sobre lifestyles."
Beatriz Sarlo en La ciudad vista. Mercancías y cultura urbana

23 marzo 2010

Os que morden cando choran

Eu ben sei destes tormentos
que consomen e devoran,
dos que fan xemer os ventos,
dos que morden cando choran.

Rosalía de Castro "22" fragmento en Cantares gallegos.

10 febrero 2010

En soledad de amor herido

Cántico espiritual

Canciones entre el alma y el esposo


Esposa:

¿Adónde te escondiste,
amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste,
habiéndome herido;
salí tras ti, clamando, y eras ido. 5

Pastores, los que fuerdes
allá, por las majadas, al otero,
si por ventura vierdes
aquél que yo más quiero,
decidle que adolezco, peno y muero. 10

Buscando mis amores,
iré por esos montes y riberas;
ni cogeré las flores,
ni temeré las fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras. 15

(Pregunta a las Criaturas)

¡Oh bosques y espesuras,
plantadas por la mano del amado!
¡Oh prado de verduras,
de flores esmaltado,
decid si por vosotros ha pasado! 20

(Respuesta de las Criaturas)

Mil gracias derramando,
pasó por estos sotos con presura,
y yéndolos mirando,
con sola su figura
vestidos los dejó de hermosura. 25

Esposa:

¡Ay, quién podrá sanarme!
Acaba de entregarte ya de vero;
no quieras enviarme
de hoy más ya mensajero,
que no saben decirme lo que quiero. 30

Y todos cantos vagan,
de ti me van mil gracias refiriendo.
Y todos más me llagan,
y déjame muriendo
un no sé qué que quedan balbuciendo. 35

Mas ¿cómo perseveras,
oh vida, no viviendo donde vives,
y haciendo, porque mueras,
las flechas que recibes,
de lo que del amado en ti concibes? 40

¿Por qué, pues has llagado
aqueste corazón, no le sanaste?
Y pues me le has robado,
¿por qué así le dejaste,
y no tomas el robo que robaste? 45

Apaga mis enojos,
pues que ninguno basta a deshacellos,
y véante mis ojos,
pues eres lumbre dellos,
y sólo para ti quiero tenellos. 50

¡Oh cristalina fuente,
si en esos tus semblantes plateados,
formases de repente
los ojos deseados,
que tengo en mis entrañas dibujados! 55

¡Apártalos, amado,
que voy de vuelo!

Esposo:

Vuélvete, paloma,
que el ciervo vulnerado
por el otero asoma,
al aire de tu vuelo, y fresco toma. 60

Esposa:

¡Mi amado, las montañas,
los valles solitarios nemorosos,
las ínsulas extrañas,
los ríos sonorosos,
el silbo de los aires amorosos; 65

la noche sosegada,
en par de los levantes de la aurora,
la música callada,
la soledad sonora,
la cena que recrea y enamora; 70

nuestro lecho florido,
de cuevas de leones enlazado,
en púrpura tendido,
de paz edificado,
de mil escudos de oro coronado! 75

A zaga de tu huella,
las jóvenes discurran al camino;
al toque de centella,
al adobado vino,
emisiones de bálsamo divino. 80

En la interior bodega
de mi amado bebí, y cuando salía,
por toda aquesta vega,
ya cosa no sabía
y el ganado perdí que antes seguía. 85

Allí me dio su pecho,
allí me enseñó ciencia muy sabrosa,
y yo le di de hecho
a mí, sin dejar cosa;
allí le prometí de ser su esposa. 90

Mi alma se ha empleado,
y todo mi caudal, en su servicio;
ya no guardo ganado,
ni ya tengo otro oficio,
que ya sólo en amar es mi ejercicio. 95

Pues ya si en el ejido
de hoy más no fuere vista ni hallada,
diréis que me he perdido;
que andando enamorada,
me hice perdidiza, y fui ganada. 100

De flores y esmeraldas,
en las frescas mañanas escogidas,
haremos las guirnaldas
en tu amor florecidas,
y en un cabello mío entretejidas: 105

en sólo aquel cabello
que en mi cuello volar consideraste;
mirástele en mi cuello,
y en él preso quedaste,
y en uno de mis ojos te llagaste. 110

Cuando tú me mirabas,
tu gracia en mí tus ojos imprimían;
por eso me adamabas,
y en eso merecían
los míos adorar lo que en ti vían. 115

No quieras despreciarme,
que si color moreno en mí hallaste,
ya bien puedes mirarme,
después que me miraste,
que gracia y hermosura en mí dejaste. 120

Cogednos las raposas,
que está ya florecida nuestra viña,
en tanto que de rosas
hacemos una piña,
y no parezca nadie en la montiña. 125

Deténte, cierzo muerto;
ven, austro, que recuerdas los amores,
aspira por mi huerto,
y corran sus olores,
y pacerá el amado entre las flores. 130

Esposo:

Entrado se ha la esposa
en el ameno huerto deseado,
y a su sabor reposa,
el cuello reclinado
sobres los dulces brazos del amado. 135

Debajo del manzano,
allí conmigo fuiste desposada,
allí te di al mano,
y fuiste reparada
donde tu madre fuera violada. 140

O vos, aves ligeras,
leones, ciervos, gamos saltadores,
montes, valles, riberas,
aguas, aires, ardores
y miedos de las noches veladores, 145

por las amenas liras
y canto de serenas os conjuro
que cesen vuestras iras
y no toquéis al muro,
porque la esposa duerma más seguro. 150

Esposa:

Oh ninfas de Judea,
en tanto que en las flores y rosales
el ámbar perfumea,
morá en los arrabales,
y no queráis tocar nuestros umbrales. 155

Escóndete, carillo,
y mira con tu haz a las montañas,
y no quieras decillo;
mas mira las compañas
de la que va por ínsulas extrañas. 160

Esposo:

La blanca palomica
al arca con el ramo se ha tornado,
y ya la tortolica
al socio deseado
en las riberas verdes ha hallado. 165

En soledad vivía,
y en soledad he puesto ya su nido,
y en soledad la guía
a solas su querido,
también en soledad de amor herido. 170

Esposa:

Gocémonos, amado,
y vámonos a ver en tu hermosura
al monte o al collado
do mana el agua pura;
entremos más adentro en la espesura. 175

Y luego a las subidas
cavernas de la piedra nos iremos,
que están bien escondidas,
y allí nos entraremos,
y el mosto de granadas gustaremos. 180

Allí me mostrarías
aquello que mi alma pretendía,
y luego me darías
allí tú, vida mía,
aquello que me diste el otro día: 185

el aspirar del aire,
el canto de la dulce filomena,
el soto y su donaire,
en la noche serena
con llama que consume y no da pena; 190

que nadie lo miraba,
Aminadab tampoco parecía,
y el cerco sosegaba,
y la caballería
a vista de las aguas descendía. 195

San Juan de la Cruz "Cántico espiritual"

02 febrero 2010

Melancolía

"Es el mismo terreno del recuerdo. También en la memoria los bordes se difuminan, y la vida recordada puede sobreimprimirse en nitidez a la vida vivida. La vida recordada puede deformar hasta tomar la estatura de la pesadilla, bajo la máscara lánguida de la melancolía. Por eso el combate debe ser feroz."

Moira Irigoyen Ese verano