18 noviembre 2006

Tres versiones del Cid


Cantar del Mío Cid

El Campeador se dirigió a su posada,
así como llegó a la puerta hallóla bien cerrada
por miedo al rey Alfonso así habían acordado
que si no la quebraba a la fuerza que no se la abriera nadie.
Los del mío Cid a altas voces llaman.
los de adentro no les quieren decir palabra.

Aguijó mío Cid, a la puerta se allegaba,
sacó el pie del estribo, un fuerte golpe daba,
no se abre la puerta que estaba bien cerrada.
Una niña de nueve años se acercaba:
"¡Ya Campeador, en buena hora ceñiste espada!
El rey lo ha vedado, anoche llegó su carta
con gran recado y bien sellada.
No osaremos abriros ni acoger por nada,
si no, perderíamos los haberes y las casas
y además los ojos de las caras.
Cid, en nuestro mal vos no ganáis nada,
mas ¡el creador vos valga con las sus virtudes santas!"

Esto la niña dijo y retornó a su casa.
Ya lo ve el Cid que del rey no debía esperar gracia.
Partiendo de la puerta, por Burgos aguijaba.


"Castilla"

El ciego sol se estrella
en las duras aristas de las armas,
llaga de luz los petos y espaldares
y flamea en las puntas de las lanzas.
El ciego sol, la sed y la fatiga.
Por la terrible estepa castellana,
el destierro, con doce de los suyos
-polvo, sudor y hierro- , el Cid cabalga.
Cerrado está el mesón a piedra y lodo.
Nadie responde. Al pomo de la espada
y al cuento de las picas el postigo
va a ceder... ¡Quema el sol, el aire abrasa!
A los terribles golpes,
de eco ronco, una voz pura, de plata
y de cristal responde... Hay una niña
muy débil y muy blanca
en el umbral. Es toda
ojos azules y en los ojos lágrimas.
Oro pálido nimba
su carita curiosa y asustada.
“¡Buen Cid, pasad...! El rey nos dará muerte,
arruinará la casa,
y sembrará de sal el pobre campo
que mi padre trabaja...
Idos. El cielo os colme de venturas...
¡En nuestro mal, oh Cid no ganáis nada!”
Calla la niña y llora sin gemido...
Un sollozo infantil cruza la escuadra
de feroces guerreros,
y una voz inflexible grita “¡En marcha!”
El ciego sol, la sed y la fatiga.
Por la terrible estepa castellana,
al desierto, con doce de los suyos
-polvo, sudor y hierro-, el Cid cabalga.

Manuel Machado


"M. Machado"
Paráfrasis

Polvo
Sudor
Y
Hierro
El
Che
Cabalga

Efraín Huerta

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