24 mayo 2007

Acceder al cielo

"Remedios, la bella, se quedó vagando por el desierto de la soledad, sin cruces a cuestas, madurándose en sus sueños sin pesadillas, en sus baños interminables, en sus comidas sin horarios, en sus hondos y prolongados silencios sin recuerdos hasta una tarde de marzo en que Fernanda quiso doblar en el jardín sus sábanas de bramante y pidió ayuda a las mujeres de la casa. Apenas habían empezado cuando Amaranta advirtió que Remedios, la bella, estaba transparentada por una palidez intensa [...] un delicado viento de luz le arrancó las sábanas de las manos y las desplegó en toda su amplitud. Amaranta sintió un temblor misterioso en los encajes de sus pollerines y trató de agarrarse de la sábana para no caer, en el instante en que Remedios, la bella, empezaba a elevarse. Úrsula, ya casi ciega, fue la única que tuvo serenidad para identificar la naturaleza de aquel viento irreparable, y dejó las sábanas a merced de la luz, viendo a Remedios, la bella, que le decía adiós con la mano, entre el deslumbrante aleteo de las sábanas que subían con ella, que abandonaban con ella el aire de los escarabajos y las dalias, y pasaban con ella a través del aire donde terminaban las cuatro de la tarde, y se perdieron con ella para siempre en los altos aires donde no podían alcanzarla ni los más altos pájaros de la memoria."

Gabriel García Márquez Cien años de soledad

17 mayo 2007

Día das Letras Galegas

Si algo de ti alenta en forza viva,
si algo de ti méntralo vas menguando,
si eres causa,
encende luz-día na cinsa dos mortos
-escoitos de latís i olladas pechas-
encende luz apagada daquel día que sobra, encende,
ti que eres dono, aqués días de luz-verba, días
atropados no camiño que non se anda, encende
aquel día de calma -onda
de ondas-,
encende a nave das cousas -velada rica-,
encende e chama.
Chama ás cousas que non son delas,
chama hasta que desperten do seu sono xordo
e poidas facer brío na calma hasta enmedar verba espaiada e
segar peito ca forza entre o corazón frío xa.
Encende a cinsa dos ósos en luz que nos diga.
Ósos que lle ofreceches á noite!
Fai mareas en mares de sangre
que deixaches enfriar,
fai mundo certo de verbas que secaches en terras novas.
Fai e conta.
Conta as presadas de barro que axunta o meu currucho de terra.
Si son muitas, delas teño medo.

...

Veinme as cousas hoxe nunha.
Esprito amigo,
encende, chama e di.

María Mariño Verba que comenza



[No es casual que, en este día de números redondos, escriba el post 100]


10 mayo 2007

El desafío Proust

Entre las sorpresas que me regaló la blogosfera a lo largo de estos años, una no menor fue la de toparme con el impecable Cómputo de fantasmas. Desde allí, su capitana y espectro en jefe me lanza una invitación que huele a desafío: responder el cuestionario Proust, tarea que por iniciativa de Larvós anda dando vueltas estos días por el ciberespacio. Querida Ra, espero estar a la altura de las expectativas. Unha aperta.

El principal rasgo de mi carácter: La tenacidad lindante, muchas veces, con una militante terquedad.

La cualidad que prefiero en un hombre: Ante todo -e inegociablemente- el sentido del humor que requiere, sin duda, de una buena dosis de inteligencia.

La cualidad que prefiero en una mujer: Ídem anterior. En esto no valen distinciones de género.

Lo que más aprecio en mis amigos: La lealtad, la coherencia, el compañerismo, la generosidad.

Mi principal defecto: La innata desconfianza.

Mi ocupación preferida: Leer, escuchar música, viajar (cuando el presupuesto lo permite), mirar fotos de antiguos viajes (cuando el bolsillo no habilita embarcarse en nuevas aventuras).

Mi sueño de dicha: “Los sueños, sueños son” dijo el poeta. Mejor dejémoslos allí donde nadie pueda mancharlos.

¿Cuál sería mi mayor desgracia? No sé: siempre que creo que me ocurrió la peor desgracia, viene otra mayor a refutarme.

¿Qué querrías ser? Inmortal. O mejor aún, como diría Girondo: transmigrante.

¿Dónde desearías vivir? Acá. Amo Buenos Aires, esta ciudad inmensa en la que vivo hace treinta años y a la que aún recorro con una guía de calles en la cartera. Una ciudad que esconde moradas, esquinas, bares en los que fui feliz, y al mismo tiempo, es -como alguna vez escribió Borges- “un plano de mis humillaciones y fracasos”. Pero bueno, también podría ser Barcelona o Santiago de Compostela o el barrio de Providencia en el otro Santiago.

El color que prefiero: Bordó, rojo, negro.

La flor que prefiero: Nardo y jazmín por sus perfumes. Rosas rojas por su lujuriosa perfección.

El pájaro que prefiero: A los pingüinos, esos inverosímiles pájaros del mar. A los picaflores por su soberbio entusiasmo. A los horneros y su tesón constructor.

Mis autores preferidos en prosa: Borges, Bolaño, D. F. Sarmiento, Mansilla, Suso de Toro.

Mis poetas preferidos: Girondo, Cernuda, Garcilaso, Rimbaud, Lihn, Pizarnik, Méndez Ferrín.

Mis héroes de ficción: Ni idea. Por decir algo, Horacio Oliveira de Rayuela, el héroe más antiheroico que puedo concebir :-))

Mis heroínas de ficción: Raquel de Cien años de soledad. Dorothy de El mago de Oz, mi gran heroína de la infancia. Coincido: la entrañable Mafalda.

Mis compositores preferidos: Manolo García, Serrat, Sabina, Serrano... Sí, a veces yo también creo que debería vivir en España :-)

Mis pintores predilectos: Dalí. Kahlo. Miró. Xul Solar. Klimt. Portinari. Kandinsky. Diego Rivera.

Mis héroes de la vida real: todos los que logran fundarse desde la nada: los pobres, los inmigrantes, los que están solos y no se tienen lástima.

Mis heroínas históricas: Las Madres de Plaza de Mayo

Mis nombres favoritos: Lucía, Manuel

¿Qué detesto más que nada? Que no me dejen hablar. Que me quieran engañar. Que intenten obligarme (a lo que sea). Que me digan cómo tengo que sentirme y/o pensar.

¿Qué caracteres históricos desprecio más? Los que construyen sobre la base de la mentira, de la manipulación, de la muerte del otro. A estas descripciones responden algunos revolucionarios, algunos papas y todos los dictadores.

¿Qué hecho militar admiro más? El abrazo en Guayaquil entre San Martín y Bolívar. Cómo escribió José Martí: “Cuando los dos héroes chocaron, y el continente iba a temblar, uno, que no fue el menos grande, volvió riendas”. Si me dieran a elegir un momento histórico para presenciar, sería este.

¿Qué reforma admiro más? Las reformas cotidianas, esas variaciones mínimas que sumadas repercuten en las grandes Historias transformándolas.

¿Qué don natural querría tener? Todos. Absolutamente todos los dones son bienvenidos.

¿Cómo me gustaría morir? Me sé de memoria cómo NO me gustaría morir, pero –sin expectativas de ser original- si ha de ser que sea de viejita y en sueños (y, si no es mucho pedir, sin pañales ni ano contra natura).

Estado presente de mi espíritu: consternado, si se me permite la excentricidad en la elección del adjetivo.

Hechos que me inspiran más indulgencia: Paso. La palabra ‘indulgencia’ me suena a bula papal.

Mi lema: “Si puede salir mal, saldrá mal...” (Dicho siempre con una sonrisa en los labios y meneando mi cabeza en todas las direcciones posibles, claro :-))


09 mayo 2007

Vengo de lugares extraños

Vengo de lugares extraños
con dos ojos vencidos de miseria y memoria.

Te encuentro y te acompaño
de negro y oro por caminos ajenos.

Me está dado mirarte con amor
en la ausencia:

déjate amar en tu rincón, en tu quietud
de muérdago silvestre.

En mis tierras germina lo imposible:
tú tienes para mí un país de reposo.

Yo respiro si quieren, si me dejan:
tú tienes para mí una bebida que ignoras.

Te encuentro y te acompaño
de negro y oro por caminos ajenos.

Soy dos ojos brillantes,
de miedo de no verte, ya ciegos.

Susana Thénon La morada imposible I

06 mayo 2007

Génesis de una pasión

Un día de verano de 1999, mienteas paseaba por Santiago de Compostela durante las horas libres que cada mediodía me dejaba un curso en la Universidad, escuché una canción que me conmovió. Tanto me conmovió que sólo pude recordar que habalba sobre unos pájaros.

Una semana después, emprendimos junto a Anna López Ocampo -encantadora catalana compañera en el curso en Santiago- un viaje en auto hasta Barcelona, viaje que para ella era un retorno a casa y para mí, algo así como una aventura. Entre muchas otras cosas, esa travesía cruzando España me dejó al menos dos respuestas. Surcando a medianoche las inverosímiles planicies de Valladolid comprendí –con más nitidez que nunca- el porqué de ‘Galicia meiga’. Atravesando las doradas extensiones zaragozanas pude volver a escuchar la canción sobre los pájaros:

- Annita, el otro día entré en un negocio y estaban pasando en la radio una canción que me encantó. No sé quién la canta ni sé cómo se llama... Habla de unos pájaros...

- ¿De unos pájaros?

- Sí, che, de unos pájaros...

- A ver, niña, coge de allí esa cinta y ponla del lado A.

A partir de aquella noche, me sumergí en la obra de un artista monumental como lo es Manolo García. Tres días después, mientras esperaba abordar el vuelo que me llevaría de regreso a Compostela, compré en el aeropuerto de Barcelona Arena en los bolsillos. Desde esa noche sin mapas, remos ni guitarras, “Pájaros de barro” se transformó en una suerte de talismán: de un modo u otro, cada viaje que emprendo tiene que tener esa música de fondo. Los discos solistas que vendrían y los clásicos de El último de la fila que de a poco descubrí fueron confirmando en mí las sensaciones de aquella tarde en Santiago.

Aunque resulte sorprendente, en Buenos Aires, Manolo García es invisible. En esta ciudad que se rinde a los pies de Serrat, Sabina o Serrano, Manolo García es un desconocido. Entre los difusos proyectos que tengo, uno era –hasta hace tres días- el de planificar mi próximo viaje a España para que coincidiera con alguna gira de García. Y digo ‘era’ porque ocurrió lo inimaginable: Manolo García dio un recital en Buenos Aires. Descontando a los agentes de prensa, productores, empleados de discográficas y amigos, seríamos unas cien personas que pagamos nuestra entrada. Nos reconocíamos por la expresión que tienen aquellos que saben que están recibiendo un regalo inesperado. Dos horas cuarenta de poesía y de música, dos horas cuarenta en un instante de perfecta felicidad, escasa –para mí- en los últimos dos años. La condensación entre ritmo, intensidad y un manejo de la palabra a la altura de los mejores poetas en lengua castellana son las huellas de esa noche que vivimos escuchando a este artista oculto.

ND/Ateneo - 3 de mayo de 2007 - Buenos Aires

Literalmente, "la última de la fila", los brazos que aplauden a la izquierda del muchacho de naranja son los míos.

A mi lado, los de mi amiga Daniela, otra fascinada por García y su música.

Sinécdoque que revela nuestro incontenible entusiasmo.


"Pájaros de barro"

Por si el tiempo me arrastra
a playas desiertas,
hoy cierro yo el libro
de las horas muertas.
Hago pájaros de barro.
Hago pájaros de barro y los echo a volar.

Por si el tiempo me arrastra
a playas desiertas,
hoy rechazo la bajeza
del abandono y la pena.
Ni una página en blanco más.
Siento el asombro de un transeúnte solitario.

En los mapas me pierdo.
Por sus hojas navego.
Ahora sopla el viento,
cuando el mar quedó lejos hace tiempo.

Ya no subo la cuesta
que me lleva a tu casa.
Ya no duerme mi perro junto a tu candela.

En los vértices del tiempo anidan los sentimientos.
Hoy son pájaros de barro que quieren volar.

En los valles me pierdo,
en las carreteras duermo.
Ahora sopla el viento.
Cuando el mar quedó lejos hace tiempo.
Cuando no tengo barca, remos ni guitarra.
Cuando ya no canta el ruiseñor de la mañana.

Ahora sopla el viento.
Cuando el mar quedó lejos hace tiempo.
En los valles me pierdo,
en las carreteras duermo.

Esta es mi torpe manera de decir gracias.