13 septiembre 2007

Así es el mate

"El mate no es una bebida. Bueno, sí. Es un líquido y entra por la boca. Pero no es una bebida. En este país nadie toma mate porque tenga sed. Es más bien una costumbre, como rascarse. El mate es exactamente lo contrario que la televisión: te hace conversar si estás con alguien, y te hace pensar cuando estás solo. Cuando llega alguien a tu casa la primera frase es "hola" y la segunda "¿unos mates?". Esto pasa en las casas. En la de los ricos y en la de los pobres.

Pasa entre mujeres charlatanas y chismosas, y pasa entre hombres serios o inmaduros. Pasa entre los viejos de un geriátrico y entre los adolescentes mientras estudian o se drogan. Es lo único que comparten los padres y los hijos sin discutir ni echarse en cara. Peronistas y radicales ceban mate sin preguntar. En verano y en invierno. Es lo único en lo que nos parecemos las víctimas y los verdugos; los buenos y los malos.

Cuando tenés un hijo, le empezás a dar mate cuando te pide. Se lo das tibiecito, con mucha azúcar, y se sienten grandes. Sentís un orgullo enorme cuando un esquenuncito de tu sangre empieza a chupar mate. Se te sale el corazón del cuerpo. Después ellos, con los años, elegirán si tomarlo amargo, dulce, muy caliente, tereré, con cáscara de naranja, con yuyos, con un chorrito de limón. Cuando conocés a alguien por primera vez, te tomás unos mates. La gente pregunta, cuando no hay confianza: "¿Dulce o amargo?". El otro responde: "Como tomes vos". Los teclados de Argentina tienen las letras llenas de yerba. La yerba es lo único que hay siempre, en todas las casas. Siempre. Con inflación, con hambre, con militares, con democracia, con cualquiera de nuestras pestes y maldiciones eternas. Y si un día no hay yerba, un vecino tiene y te da. La yerba no se le niega a nadie.

Éste es el único país del mundo en donde la decisión de dejar de ser un chico y empezar a ser un hombre ocurre un día en particular. Nada de pantalones largos, circuncisión, universidad o vivir lejos de los padres. Acá empezamos a ser grandes el día que tenemos la necesidad de tomar por primera vez unos mates, solos. No es casualidad. No es porque sí. El día que un chico pone la pava al fuego y toma su primer mate sin que haya nadie en casa, en ese minuto, es que ha descubierto que tiene alma. O está muerto de miedo o está muerto de amor o algo: pero no es un día cualquiera. Ninguno de nosotros nos acordamos del día en que tomamos por primera vez un mate solo. Pero debe haber sido un día importante para cada uno. Por adentro hay revoluciones.

El sencillo mate es nada más y nada menos que una demostración de valores... Es la solidaridad de bancar esos mates lavados porque la charla es buena. La charla, no el mate. Es el respeto por los tiempos para hablar y escuchar, vos hablás mientras el otro toma y es la sinceridad para decir: "¡Basta, cambiá la yerba!"

Es el compañerismo hecho momento. Es la sensibilidad al agua hirviendo. Es el cariño para preguntar, estúpidamente, "¿está caliente, no?". Es la modestia de quien ceba el mejor mate. Es la generosidad de dar hasta el final. Es la hospitalidad de la invitación. Es la justicia de uno por uno. Es la obligación de decir "gracias", al menos una vez al día. Es la actitud ética, franca y leal de encontrarse sin mayores pretensiones que compartir.

Ahora vos sabés: un mate no es sólo un mate..."

[Gracias a la siempre atenta lectura de P. de Pau nos enteramos de que Lalo Mir nada tiene que ver con la redacción de este texto. Es, una vez más, una de esas reescritura que circulan sin nombre, pirateadas y transformadas, por la red. La versión original de "El mate" corresponde a un post publicado en la página Weblog de una mujer gorda]

7 comentarios:

Ra dijo...

Aguardo tomar uno algún día contigo, Andrea.
Abrazo

Cobiñas dijo...

Seguro que sí :-))
Abrazos

torredebabel dijo...

fermoso fermoso! non coñecía este artigo de Lalo Mir e ainda que son da caste minoritaria dos que non toman o mate, sei facelo -seica que- bastante decentemente e é un rito que me gusta moito compartir (ainda que sen chuchar da bombilla).

Anónimo dijo...

Ojo Cobiñas que esto no es de lalo mir, es un refrito de "weblog de una mujer gorda (diario de de Mirta Bertotti)"de Orsai.
Buscalo en la red, es increíble.

saludos.

Cobiñas dijo...

Muchas gracias. Ya hice la enmienda correspondiente. Un abrazo, Andrea

Anónimo dijo...

Sabés que pasa? cuando lo leí del blog de Orsai realmente me conmovió hasta el caracú!!!

le mando otro abrazo y sepa que para mí su blog es garantía de buena lectura.

Cobiñas dijo...

Gracias, gracias por los halagos, Pau :-)))