11 septiembre 2006

Una estampa sobre el maestro

"Él amaba la civilización y era bárbaro en sus polémicas de sectario intransigente, que no veía salvación sino dentro de su fórmula, aunque la de hoy no fuera la de ayer. Él amaba la educación y era inculto [...] Sus lecturas parece que hubieran sido muchas: nada de eso. Sarmiento sólo era un adivino de epígrafes, un sonámbulo lúcido, de soluciones finales [...] Nadie fue como él, productor de frases exuberantes, enmarañadas, ricas, envueltas siempre en lianas de cultura al parecer áticas. [...] Ha sido grande, no es bello. Quiso ser orador, militar, político, sociólogo; sólo fue el primer gladiador literario de nuestro país y no tuvo más reyertas porque la escena estaba ya 'llena de costumbre' por él cuando, ni más ni menos que una preocupación invencible que se va, se despidió para siempre de sus conciudadanos. ¿Quién se habría atrevido a romper lanzas con tamaño adversario?"
Lucio V. Mansilla "Sarmiento" en Retratos y recuerdos (1894)

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