30 julio 2007

El canto de Salicio

¡Oh, más dura que mármol a mis quejas,
y al encendido fuego en que me quemo
más helada que nieve, Galatea!,
estoy muriendo, y aún la vida temo;
témola con razón, pues tú me dejas,
que no hay, sin ti, el vivir para qué sea.
Vergüenza he que me vea
ninguno en tal estado,
de ti desamparado,
y de mí mismo yo me corro agora.
¿De un alma te desdeñas ser señora,
donde siempre moraste, no pudiendo
de ella salir un hora?
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

El sol tiende los rayos de su lumbre
por montes y por valles, despertando
las aves y animales y la gente:
cuál por el aire claro va volando,
cuál por el verde valle o alta cumbre
paciendo va segura y libremente,
cuál con el sol presente
va de nuevo al oficio,
y al usado ejercicio
do su natura o menester le inclina,
siempre está en llanto esta ánima mezquina,
cuando la sombra el mondo va cubriendo,
o la luz se avecina.
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

¿Y tú, de esta mi vida ya olvidada,
sin mostrar un pequeño sentimiento
de que por ti Salicio triste muera,
dejas llevar (¡desconocida!) al viento
el amor y la fe que ser guardada
eternamente sólo a mí debiera?
¡Oh Dios!, ¿por qué siquiera,
(pues ves desde tu altura
esta falsa perjura
causar la muerte de un estrecho amigo)
no recibe del cielo algún castigo?
Si en pago del amor yo estoy muriendo,
¿qué hará el enemigo?
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

Por ti el silencio de la selva umbrosa,
por ti la esquividad y apartamiento
del solitario monte me agradaba;
por ti la verde hierba, el fresco viento,
el blanco lirio y colorada rosa
y dulce primavera deseaba.
¡Ay, cuánto me engañaba!
¡Ay, cuán diferente era
y cuán de otra manera
lo que en tu falso pecho se escondía!
Bien claro con su voz me lo decía
la siniestra corneja, repitiendo
la desventura mía.
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

¡Cuántas veces, durmiendo en la floresta,
(reputándolo yo por desvarío)
vi mi mal entre sueños, desdichado!
Soñaba que en el tiempo del estío
llevaba, por pasar allí la siesta,
a beber en el Tajo mi ganado;
y después de llegado,
sin saber de cuál arte,
por desusada parte
y por nuevo camino el agua se iba;
ardiendo yo con la calor estiva,
el curso enajenado iba siguiendo
del agua fugitiva.
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

Tu dulce habla ¿en cúya oreja suena?
Tus claros ojos ¿a quién los volviste?
¿Por quién tan sin respeto me trocaste?
Tu quebrantada fe ¿dó la pusiste?
¿Cuál es el cuello que, como en cadena,
de tus hermosos brazos anudaste?
No hay corazón que baste,
aunque fuese de piedra,
viendo mi amada hiedra,
de mí arrancada, en otro muro asida,
y mi parra en otro olmo entretejida,
que no se esté con llanto deshaciendo
hasta acabar la vida.
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

¿Qué no se esperará de aquí adelante,
por difícil que sea y por incierto?
O ¿qué discordia no será juntada?,
y juntamente ¿qué tendrá por cierto,
o qué de hoy más no temerá el amante,
siendo a todo materia por ti dada?
Cuando tú enajenada
de mi cuidado fuiste,
notable causa diste,
y ejemplo a todos cuantos cubre el cielo,
que el más seguro tema con recelo
perder lo que estuviere poseyendo.
Salid fuera sin duelo,
salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

Materia diste al mundo de esperanza
de alcanzar lo imposible y no pensado,
y de hacer juntar lo diferente,
dando a quien diste el corazón malvado,
quitándolo de mí con tal mudanza
que siempre sonará de gente en gente.
La cordera paciente
con el lobo hambriento
hará su ayuntamiento,
y con las simples aves sin ruido
harán las bravas sierpes ya su nido;
que mayor diferencia comprendo
de ti al que has escogido.
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

Siempre de nueva leche en el verano
y en el invierno abundo; en mi majada
la manteca y el queso está sobrado;
de mi cantar, pues, yo te vi agradada
tanto que no pudiera el mantuano
Títiro ser de ti más alabado.
No soy, pues, bien mirado,
tan disforme ni feo;
que aún agora me veo
en esta agua que corre clara y pura,
y cierto no trocara mi figura
con ese que de mí se está riendo;
¡trocara mi ventura!
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

¿Cómo te vine en tanto menosprecio?
¿Cómo te fui tan presto aborrecible?
¿Cómo te faltó en mí el conocimiento?
Si no tuvieras condición terrible,
siempre fuera tenido de ti en precio,
y no viera de ti este apartamiento.
¿No sabes que sin cuento
buscan en el estío
mis ovejas el frío
de la sierra de Cuenca, y el gobierno
del abrigado Estremo en el invierno?
Mas ¡qué vale el tener, si derritiendo
me estoy en llanto eterno!
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

Con mi llorar las piedras enternecen
su natural dureza y la quebrantan;
los árboles parece que se inclinan:
las aves que me escuchan, cuando cantan,
con diferente voz se condolecen,
y mi morir cantando me adivinan.
Las fieras, que reclinan
su cuerpo fatigado,
dejan el sosegado
sueño por escuchar mi llanto triste.
Tú sola contra mí te endureciste,
los ojos aún siquiera no volviendo
a lo que tú hiciste.
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

Mas ya que a socorrerme aquí no vienes,
no dejes el lugar que tanto amaste,
que bien podrás venir de mí segura;
yo dejaré el lugar do me dejaste;
ven, si por sólo esto te detienes;
ves aquí un prado lleno de verdura,
ves aquí una espesura,
ves aquí una agua clara,
en otro tiempo cara,
a quien de ti con lágrimas me quejo.
Quizá aquí hallarás (pues yo me alejo)
al que todo mi bien quitarme puede;
que pues el bien le dejo,
no es mucho que el lugar también le quede.
Garcilaso de la Vega Fragmento "Égloga I"

25 julio 2007

Todos los caminos conducen a Santiago

Cerro Penitentes, Mendoza - Cordillera de los Andes

El día de Galicia me encuentra lejos de mis dos tierras. Desde hace una semana estoy en la hermosa ciudad de Mendoza pasando unas vacaciones que preludian un congreso de literatura que amenaza con ser tan desorganizado como tedioso. Entre las muchas sorpresas con las que me recibió la provincia me encontré con la novedad de que su santo patrono es Santiago Apóstol.

Mendoza se ubica en una franja de gran actividad sísmica que comparte con Santiago de Chile, ciudad que hoy también festeja. Esta condición que en otro contexto no pasaría de ser un mero dato estadístico, aquí atraviesa cada obra, cada trazo del diseño urbano, cada pensamiento. No es pura superstición: el 20 de marzo de 1861 un terremoto destruyó por completo la Mendoza colonial y terminó con la mitad de sus pobladores: 6.500 personas murieron en cuestión de minutos. La leyenda cuenta que el desastre sobrevino un día de semana santa: fue un castigo por la falta de fe de los mendocinos hecho a la medida de los feudos religiosos que por aquellos años comienzan a perder parte de su hegemonía.

Al igual que en la provincia de Santiago del Estero –que hoy celebra el cuarto centenario de su fundación-, el 25 de julio es feriado provincial en Mendoza. Los homenajes entre los que se incluyen procesiones por la ciudad, regatas en el lago central y competencias varias contrastan con la casi nula actividad comercial que se vuelve mucho más evidente en una ciudad, por estos días, inundada de turistas. “Si trabajamos hoy, el patrono nos mueve el suelo” fue la memoriosa respuesta que obtuvo mi insolente incomprensión capitalina.

No hagamos enojar al santo.

Feliz día de Santiago.

Feliz día de Galicia.

Puente del Inca, Mendoza - Cordillera de los Andes


{Les debo mis fotos hasta el regreso a Buenos Aires, por ahora, van estas extraídas de la web}



20 julio 2007

Argentina llora

Roberto Fontanarrosa

26 de noviembre de 1944 - 19 de julio de 2007


www.negrofontanarrosa.com

09 julio 2007

Nieve en Buenos Aires


Por primera vez desde junio de 1918, esta tarde de feriado nevó en Buenos Aires.


Foto extraída del diario Clarín, por esas cosas de la vida, justo es la esquina de casa


Con mi hermana María en frente de casa



En Plaza Pueyrredón, barrio de Flores


Esta fue una tarde mágica, la concreción de un sueño casi imposible. Mucho más mágica, claro, del brazo de mi hermanita.


06 julio 2007

Una carta de amor V


Diego: Nada comparable a tus manos ni nada igual al oro - verde de Tus ojos. Mi cuerpo se llena de tí por días y días. Eres el espejo de la noche. La luz violenta del relámpago. La humedad de la tierra. El hueco de tus axilas es mi refugio. Mis yemas tocan tu sangre. Toda mi alegría es sentir brotar la vida de tu fuente - flor que la mía guarda para llenar todos los caminos de mis nervios que son los tuyos.

Frida Kahlo Diario

[6 de julio, Centenario de su nacimiento]

02 julio 2007

Formas de la decepción x Lihn

"Del país de los sueños"

Cientos, cientos de veces te encontraré a la vuelta
de la memoria abundante en esquinas
en la enrarecida atmósfera del país de los sueños
en que no hay cosa que no esté hecha de nada
Me harás, sin verme, un saludo con la mano,
pues de los dos
yo seré el único
en vernos y no tú la buena amiga de los años reales.

Además allí, en la nada, encuentros y desencuentros
¿en qué se diferencian? El diálogo es su simulacro
hecho de las palabras recordadas. La que esté allí
es solo una visión a la espera de un taxi de hace diez
o quince años
sin haber envejecido porque en ese país
no se vive ni se muere, con tu vestido pasado de moda
remedo de algunas escenas que habríamos podido vivir juntos
si todavía fuéramos reales

Y sentiré lástima de mí y me invadirá como si fuera el amor

el recuerdo vacío de estas lágrimas.

Enrique Lihn